El kimono azul

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Un beso lleno de la más grande de las ternuras fue el primero que se dieron los amigos. Con tanto frío que había en el ambiente, sus labios se sintieron abrazados por el calor del otro. Fue un beso que había estado guardado en sus corazones desde que eran adolescentes, un beso con el que habían fantaseado por años.

Sin hablarse, se dijeron: "te quiero" "te adoro" "te he querido siempre". Fue un beso de labios suaves, dulces y tímidos.

Quien sabe cuánto tiempo habrá pasado, pero cuando se separaron, Itadori abrazó a su compañero con todas sus fuerzas. Se sentía tan bien el olor del perfume que estaba usando Fushiguro...

En ese instante, comenzó a caer una fuerte nevada, a los muchachos no les quedó otra que salir de su pequeña burbuja para correr hasta el hospedaje que estaba a escazas cuadras.

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La subida en el ascensor del hotel hasta la suite de Yuji fue, nuevamente, en silencio. Los dos procesaban en su cerebro lo que acababa de pasar.

"¡Dios mío! ¿Será que lo amo todavía?", pensaba Itadori temblando como una hoja.

Curiosamente en ningún momento soltaron sus manos, era como que, si despegarse el uno del otro no estaba permitido y así como estaban, con los dedos entrelazados, el pelinegro se llevó a los labios la mano de Yuji, besando uno a uno cada dedo. Muy lentamente y mirándolo a los ojos.

"Quiero otro beso", se decía Megumi con la cara ardiéndole de la vergüenza, "Que me vuelva a besar, por favor".

—Fushiguro, voy a solicitar servicio de lavandería para nuestra ropa, estamos empapados—le decía Yuji mientras entraban a la habitación—. Pediré que esté lista para la primera hora de la mañana.

—Y, ¿qué voy a usar mientras?

—Tengo suficiente ropa en la maleta—le respondió Yuji con una sonrisa—¿Te acuerdas cuando intercambiábamos ropa en la escuela? —. Fushiguro se iba a poner sus prendas de nuevo, ¡qué emoción! —. O si quieres puedes usar un kimono del hotel, tengo limpios en el armario.

"Sí, también puedes usar eso, pero sin nada debajo", pensó el diablillo de su cabeza.

El pelinegro entró al baño para sacarse la ropa mojada, mientras que el otro llamaba a la recepción solicitando el dichoso servicio de lavandería:

—En dos horas tendrá su ropa limpia y seca, señor.

—No se preocupe, señorita. La necesito para las once de la mañana—dijo muy bajito, para que Megumi no escuchara.

Apenas era la una de la mañana, ropa limpia y seca en un par de horas significaba que Fushiguro se fuera temprano y eso no lo iba a permitir. Quería estar todo el tiempo posible con él.

Y, ¿ahora qué? Se había llevado a Fushiguro hasta su habitación, estaban solos y hace rato se habían besado.

"¿Por qué estoy pensando como si quiero que pase algo? Estoy casado y él también", se regañó internamente. "Es mi amigo y tú estás casado, compórtate"

Pero cuando Megumi salió de cambiarse, a Yuji casi le da un infarto: el muchacho se había puesto uno de los kimonos del hotel que, por supuesto, eran muy diferentes a las batas de baño americanas que él usaba en Estados Unidos.

"Se me olvidaba cómo le luce a Fushiguro la ropa de estilo tradicional japonesa. No puede ser tan perfecto", pensaba ruborizado y dándose cuenta también que el color azul oscuro de la prenda era del mismo azul de sus hermosos ojos, además la llevaba algo abierta, por lo que su pálida piel resaltaba mucho más y ni hablar de cómo combinaba con todo eso, ese cabello negro azabache.

Sencillamente no podía resistirse.

—El amarillo sigue siendo tu color favorito, ¿no? —le preguntó Megumi al ver que Itadori se había puesto un pijama de cuadritos color amarillo patito.

—S-si—"¡Ay no! Está buenísimo. ¡No Yuji! no lo mires"

Pensó Fushiguro mientras se cambiaba que si Itadori había tenido la iniciativa de besarlo cuando estaban afuera, le correspondería a él hacer algo esta vez. Esto estaba mal en todos los sentidos, pero por una vez en la vida el serio Megumi Fushiguro se dejó llevar por sus sentimientos. Quería besarlo otra vez.

Se acercó al sillón donde estaba sentado el otro y, agachándose para poder quedar a su altura, lo miró a los ojos. Iba a decirle algo como que se debían una conversación, pero a lo que abrió la boca, Itadori se le lanzó encima.

—Fushiguro, regálame tu amor esta noche—le decía entre besos—. Mañana hablamos, por favor. 

EL REENCUENTRO ❤️ ITAFUSHI / FUSHIITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora