Después De Todo, Uesugi Fuutarou Estaba Roto

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Caminando por medio de aquel festival, un pelinegro se adentraba en medio de varios puestos y multitudes de personas como de estudiantes.

Cualquiera diría que es un joven como cualquier otro, alguien que no debe preocuparse por nada más que de disfrutar de aquella juventud que estaba viviendo. Sin embargo esto estaba demasiado alejado de la realidad.

Más allá de los problemas que conlleva la juventud, se trata del crecimiento y madurez que abordamos en el camino. De alguna forma se empieza a conocer y comprender el mundo que conlleva a la vida adulta.

Cuando uno se vuelve adulto, comúnmente se pierde al derecho a equivocarse y cometer errores de manera propensa. Así que, si vamos por ese lado, aquellos que van apenas por la flor de la vida tienen el derecho a equivocarse cuantas veces quieran, por el simple hecho de ser jóvenes.

La juventud es el momento para cometer tantos errores como sea posibles, ya que una vez se es adulto llegan más y más responsabilidades que evitan que esto suceda.

Pero no siempre suele ser así, algunos jóvenes deben tomar una vida y mentalidad adulta antes de tiempo por diversos temas, ya sean familia, situación económica o embarazos en la adolescencia.

Al no medir el posible peso de nuestras acciones, suelen llegar consecuencias graves.

La vida de Uesugi Fuutarou de alguna forma ha estado cuesta abajo. Desde el abandono de aquellas personas en las que confiaba ciegamente su vida había ido en picada últimamente.

Tenía consigo una gran responsabilidad, era algo que debía no ser solo su responsabilidad. Sin embargo, ahora debía cargar con eso.

Entre sus pensamientos y más, aquel joven divagaba en medio de aquél festival escolar. Siendo una rutina que había estado realizando cada año para poder tomarse un respiro de todo y quizás... Solo quizás.

No era nada, no podía pensar en eso.

Ante aquellas divagaciones, sin fijarse había chocado con una mujer.

— ¡Oh,discúlpame!  —  Con rapidez, aquella mujer le ofreció la mano, a lo cual él acepto un poco desorientado, pero al verla fijamente logró ver una cara conocida — ¿Fuutarou-san? —

— ¿Takebayashi?  — La sorpresa de Fuutarou al ver a su vieja amiga de la infancia no pasó desapercibida — Que coincidencia —

— Claro que lo es — Tabekayashi lo abrazo sin dudarlo  — No te veía desde hace años  ¿Ahora si me reconoces? ¿Qué me cuentas? —

— No cambiaste mucho a comparación de aquella vez, y bueno... Nada en especial —

— ¡Oh, vamos! Aunque te las pintabas de aburrido hace unos años seguro tienes bastante que contar —

Ante esto, en la cabeza de Fuutarou rodaron varias imágenes de un pasado no tan lejano, varios recuerdos que de alguna forma lo han atormentado durante años.

Suspiro, esforzándose por mantenerse sereno y respondió:

— A decir verdad, muchas cosas cambiaron... —

— Muy bien ¿Qué esperamos? — Takebayashi empezó a arrastrarlo hacia un puesto de comidas — Tenemos todo el día para ponernos al corriente —

Ante esto, en la mente de Fuutarou paso un recuerdo lejano, en el que una chica de cabello rojizo lo arrastraba por todos los puestos de comida que habían en el lugar. Sin embargo esto fue algo fugaz y en segundos aquella imagen que le mostró su cabeza desapareció, trayendolo nuevamente a la realidad.

— Yo invito esta vez — La pelinegra sonrió, mientras le ofrecía a Fuutarou unos Takoyaki — Muy bien, puedes empezar —

¿Por donde debería empezar?

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