A Veces La Vida No Es Justa

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Más allá de los anhelos y deseos de una vida perfecta, yace una puerta que inevitablemente todos debemos atravesar en algún punto de nuestras vidas. Es una puerta que marca el paso del sueño a la realidad, un umbral que nos invita a abandonar la comodidad de nuestras expectativas para enfrentarnos a la cruda verdad del mundo.

Al cruzar esta puerta, nos adentramos en un territorio desconocido, donde la perfección se desvanece ante la complejidad de la vida cotidiana. Los obstáculos y desafíos se revelan ante nosotros, desafiando nuestra resistencia y obligándonos a enfrentar la realidad tal como es, con todas sus imperfecciones y dificultades.

Ya no hay lugar para las ilusiones de una existencia fácil y sin complicaciones. La vida, con toda su riqueza y diversidad, nos confronta con sus altibajos, recordándonos que cada logro, cada alegría, está entrelazado con el esfuerzo y la superación de obstáculos.

Así, mientras atravesamos esta puerta hacia la realidad, comprendemos que la verdadera belleza reside en la capacidad de enfrentar los desafíos con valentía y determinación, transformando nuestras experiencias en oportunidades de crecimiento y aprendizaje.

Sin embargo, no todos aprendemos de nuestros errores o simplemente es un pensamiento de negación ante ello. A medida que avanzamos, algunos se aferran a la ilusión de que pueden escapar de las dificultades sin enfrentarlas de frente. Se niegan a aceptar la realidad, buscando refugio en la negación en lugar de enfrentar sus desafíos con valentía y determinación.

Los pensamientos de Takebayashi se enfocaban en eso, no necesariamente por su estado mental, si no por el de su amigo de la infancia que actualmente vive por una situación bastante complicada. Más allá de las falencias económicas por las que esta viviendo su estado mental decae constantemente. Ella lo sabía.

Aunque no dio muchos detalles de como se sentía, ella reconocía esa expresión de dolor y desolación en su rostro. Era como si de alguna forma sus expectativas, sueños y esperanzas se hubieran acabado en segundos. Llevando una vida casi que deprimente.

A pesar de convertirse en padre, siguió con sus estudios más sin embargo, no era algo que le apasionada particularmente. Quizás el haber renunciado a su futuro no era consecuencia de las niñas pero ella no podía juzgar eso.

Debido a su condición en la juventud, es algo responsable querer dejar de lado varias cosas. Pero si pudo sacar esa licenciatura que no lo hacía feliz ¿Por qué no hizo algo que realmente lo llenará por dentro?

Ella no podía forzar esas respuestas, solo Fuutarou decidiría si quería abrirse un poco más con ella. Así que se limita a apoyarlo y ayudarlo como le sea posible.

— ¿Adonde vamos? — Fuutarou rompió el silencio, mientras mantenía la mirada fija en sus hijas — Estamos por una zona verde —

— Bueno, es una buena idea liberar el estrés con un poco de naturaleza — Takebayashi respondió, mientras sostenía de la mano a Rena quien formaba una cadena con sus hermanas que se tomaban de la mano — Además, a las niñas les encantará este ambiente —

Takebayashi los guió hacia un lugar aislado, rodeado de varios árboles y una mesita en el centro del prado, parecía ser una zona de picnic muy poco recurrida por gente.

Tenía suficiente espacio para que las niñas corrieran y jugarán sin perderse. Además de dar una vibra de tranquilidad y relajación.

Fuutarou se sentó junto a Takebayashi en aquella mesita, mientras que las niñas por inercia empezaron a correr por el lugar mientras jugaban.

— ¿Esta bien que estemos aquí? ¿No es alguna zona privada? —
Fuutarou pregunto.

— Tu tranquilo, deja de preocuparte por un rato — Takebayashi le respondió — Digamos que esto es como "Un lugar secreto" —

Más allá de las palabras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora