Todo Lo Que Conocían Empieza a Derrumbarse

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Rena se sentó en un rincón de su habitación en el hotel, rodeada de dibujos y colores de sus hermanas, pero todo se veía gris para ella. La revelación que la había golpeado era como un trueno en medio de un día claro: Akane, la mujer que había llenado sus días de abrazos y dulces palabras, no era su madre. Cada letra de esa verdad resonaba en su mente como un eco doloroso, desdibujando su infancia.

La pequeña miró por la ventana, donde el cielo comenzaba a oscurecerse. Las lágrimas asomaban a sus ojos, listas para caer nuevamente. Su corazón, antes ligero y lleno de confianza, ahora se sentía pesado, como si hubiera sido despojado de su esencia. Rena se preguntaba cómo podía ser que todo lo que había amado se convirtiera de repente en un espejismo. Las risas compartidas, las noches de cuentos bajo las mantas, los secretos susurrados entre almohadas; todo se desmoronaba ante sus ojos.

— ¿Por qué.... Por qué me mintió?—
Pensó, su reflejo en el cristal distorsionado por la tristeza. La imagen de la niña feliz se había evaporado, dejándola sola y vulnerable.

La confianza que había depositado en Akane se había convertido en polvo, como castillos de arena arrastrados por la marea. Cada abrazo que había recibido ahora parecía un recuerdo amargo, cada palabra llena de amor, un eco vacío que resonaba en su pecho.

¿Todo era una mentira?

Rena cerró los ojos, intentando aferrarse a los fragmentos de felicidad que aún quedaban, pero todo se sentía lejano y borroso. Las historias que antes la transportaban a mundos mágicos ahora la atrapaban en una realidad cruel.

— S-S no es m-mi m-madre ¿Q-Quién me q-quiere de v-verdad? —
Pensó nuevamente, la angustia apretando su corazón como un puño. La certeza de haber sido amada se deslizaba entre sus dedos, como arena que se escapa, y el vacío que quedaba era abrumador.

Mientras el sol comenzaba a ocultarse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados, Rena sintió que el dolor la envolvía. Akane, con su risa cálida y su abrazo reconfortante, se había convertido en una sombra que amenazaba con tragársela. Quería gritar, desahogar su desconsuelo, pero no había palabras que pudieran expresar la devastación que sentía ¿Cómo podía alguien que había sido su refugio convertirse en un extraño?

La pequeña se levantó y comenzó a caminar por la habitación, sus pasos resonando en el silencio. Cada objeto le recordaba a Akane; cada rincón parecía lleno de recuerdos que ahora se sentían huecos.

—¿P-Por q-qué me o-ocultaste la v-verdad? —
Rena susurró al aire, esperando una respuesta que jamás llegaría. Se dejó caer en el suelo, rodeada de sus juguetes, que, aunque inanimados, parecían compartir su pena.

El peso de la traición la hacía sentir pequeña y desamparada. Rena se preguntó si alguna vez podría reconstruir la confianza, si podría encontrar alguna verdad en medio de esta tormenta de mentiras.

La realidad, sus ilusiónes, el amor y cuidado que Akane le había dado ¿Todo era una mentira?

(...)

En el hotel todo se volvió tenso.

La aparición de las hermanas Nakano se había convertido en un problema real. Era algo que ya no podían ignorar y más en estas circunstancias.

Itsuki le había dicho la verdad a Rena, que un principio no le creyó pero por las expresiones de Raiha y Akane todo se empezó a desmoronar en pedazos. Habían pasado ya algunas horas desde eso y Rena no salía de la habitación que compartía con sus hermanas.

Por todo esto, se les confesó la verdad a las demás pequeñas. Que hasta ahora seguían procesando esa información.

No vivieron en carne propia lo que Rena había vivido, sin embargo el enterarse que aquella mujer que las había criado y dado tanto amor no era su verdadera madre les helaba el corazón.

Más allá de las palabras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora