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El ingravido olor a humedad que desprendia la tierra invadia mis fosas nasales permitiéndome aspirar el aroma tranquilizando mi ser, el fuerte sol de verano deslumbraba calentando la piel visible que no era cubierta por la tela de mi vestido.
Las risas molestas perforaron mi audición, mientras una sonrisa fingida se deslizaba en mi rostro, luchando por aparentar convicción. Asentí ocasionalmente en respuesta a las preguntas que en algunos momentos me llegaba, tratando de mantener la compostura.
La misma sonrisa que me había ayudado en todas estas reuniones sociales que mis padres les encantara que participará.
La charla entre las cuatro damas frente a mí apenas me tocaba; no podían importarme menos, no hacian más que alardear y deslumbrar con su ostentación, un espectáculo que apenas lograba captar mi atención.
Tome un sorbo de mi tasa de té con delicadeza mientras miraba de reojo el reloj posado en la pared, ya se me hacía tarde a el plan que había planificado para hoy.
Ya aburrida me levante de mi asiento y sin despedirme, camine con sigilo hasta la salida, y como suponía, no hubo ni una queja, siquiera se dieron cuenta, por fortuna.
No podía quedar allí ni un momento mas.
Solían ser realmenten cotillas, nadie se safaba de terminar en una de sus conversaciones que muchas veces terminaban en agresivas críticas.
