∆ TRES ∆

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Me calmé a medida que me iba acercando al lugar donde estaban todos, y ví que seguía igual de lleno, y con los mismo gritos de antes, quizás un poco más ruidoso pero exactamente igual. Sentí como el alma me volvía al cuerpo. Nisiquiera entendía por qué había estado tan preocupada.

Me amarré el suéter en la cintura, para más comodidad.

En eso, un grupo de chicas vestidas de esa manera peculiar pasaron junto a mi, chillando entre lágrimas de emoción.

—No puede ser— dijo una de ella, la más alterada— me rozó la mano, sentí chispas, chicas. ¡Chispas!.

Todas chillaron al unisono.

—Que envidia, Sarah— alzó su mano—. Yo también quiero que me roce la mano.

—Yo me conformo con que me mire— otra suspiró dramáticamente.

¿Eh? ¿Estamos hablando del mismo grupo?.

—Es tan lindo. Son tan atractivos— seguían diciendo una y otra vez.

Definitivamente ese no podía ser el grupo que nos dió ese concierto, las quejas de que estaban acabados era simplemente descomunal al lado de estos halagos. O a lo mejor a ellas les gustaban los hombres que les llevaba diez años de diferencia. O quizás estaba confundiendo seguramente a dos grupos de fanáticos totalmente diferentes.

Miré las puertas abiertas de par el par. El ruido saliendo como ráfagas de viento. Los gritos aumentaban y disminuían de un momento al otro. Los murmullos eran la bienvenida.

Tragué saliva, nerviosa por la multitud que me esperaba dentro.

Entré al lugar ahora más iluminado que antes, sacando de mi bolsillo el teléfono con la ventana de investigación del grupo abierta. Ya había leído suficiente información como para ser digna de que me traten con hipocresía un par de señores coquetos. Aún así quería ver cuál era tanto el encanto que tenían, qué hacía que un grupo de señoras los siguieran buscando como pan caliente. Eché un largo y lento vistazo al lugar, solamente para ver qué de señoras no había casi ninguna, de hecho, habían más chicas de dieciséis en adelante que señoras de treinta, me sorprendió pero no tanto para buscarle explicación ni nada. Cosas de la vida, supongo yo. Seguramente se habían ido al ver la demora.

Así debe ser su fama, que hasta los jóvenes los escuchan después de años de estar fuera.

Cómo Ross no contestó a mis mensajes, y tampoco la veía entre la multitud, hice una larga y tendida inspección de la fila, había un montón de personas, miles, amontonadas, gritando y chillando e intensificandose a medida que pasaban frente al grupo y recibían una sonrisa y un autógrafo. Miré a la mesa donde se supone estaban sentados, pero estaba tan abarrotada de personas que se seguían acercando, que no se divisaba nada, nisiquiera podía ver más allá de la pared de cuerpos que hacían las fanáticas.

Porque esa era otra cuestión.

Habían un montón de chicas rodeándo ese lugar exactamente. Removiendose nerviosas mientras obstaculizaban el paso y la vista hacia los integrantes de BloodMoon. Solo escuchaba voces, risas nervioso y el "sigue avanzando" del staff.

Volví la atención a mi teléfono, marcando "llamar a Ross".

—Vamos, vamos, vamos— me mordí una uña, nerviosa— contesta.

Después de los usuales bic, bic, bic, de espera siguió la contestadora.

—No me dejen ningún mensaje. No los voy a oír, bye~.

Genial.

O tenía el teléfono apagado o estaba tan distraída que no me contestaba. Además... No sabía si me había equivocado de grupo, la vestimenta de este lugar, y todo con respecto a esto me causaba confusión. Las demás venían vestidas al puro estilo de roqueras de los 2000s. Con un montón de accesorios y correas anchas, cabellos muy alisados —aunque eso todo el mundo lo tenía — maquillaje y delineador negro. Un delineado bien grueso y para nada favorecedor. Y no hablemos del iluminador mal usado en los ojos. Claro, no todas venían vestidas así, pero en su mayoría sí.

Habían unas que vestían solo una camiseta pegada y unos jeans que se sujetaban a sus caderas... ¿Por qué tan abajo? Estoy segura de que si se agachan dejarían ver más de lo usual.

Rocé por instinto el borde de mis pantalones. Estaba mucho más arriba que el de ellas.

Aunque debía admitir que habían un par que tenían un estilo tan encantador que daban ganas de llevar los pantalones a esa altura. Parecía el estilo de la protagonista de Diario de un Vampiro.

Despegué los ojos de todos esos estilos llamativos. Y me concentré en la verdadera tarea: Buscar a Ross.

Quizás si preguntaba podía llegar al verdadero grupo. Tal vez me había equivocado de lugar... Aunque si mal no recordaba era este salón. Era un tanto extraño que cambien de salón en medio de todo ese alboroto. Pero igual era mejor preguntar que seguir perdida por aquí.

Vi a alguien que estaba igual de sola, pero ella estaba distraída mirando el tumulto de personas, parecía ver más allá que yo. Embelesada de algo o de alguien que yo no veía.

Me planté una sonrisa en el rostro. Amigable ante todo.

—Disculpa.

Apenas y se inmutó ante mi.

—Como se llama el grupo que está presentándose aquí.

Sus ojos está vez sí que me miraron, sorprendida.

—¿No lo sabes?— acto seguido me examinó de arriba a abajo, alzando una ceja con desconfianza—. Claro que no lo sabes— su respuesta me hizo preguntarme si había algo detrás de esas palabras. Quería irme pero me aguanté hasta que lo dijo:— es BloodMoon. La mejor banda de todos los tiempos.

Miré alrededor. Escéptica.

—¿Segura?.

Se cruzó de brazos, parecía estar irritandose. No sé, a lo mejor que alguien preguntara algo tan obvia para ella la hacía molestar, eso o mi completa ignorancia con el grupo. Aún así las palabras de Ross hicieron eco en mi cabeza, como un recordatorio de lo vergonzoso que sería preguntar algo tan obvio.

—Sí, estoy cien porciento segura— volvió a examinarme— .¿Tu estás segura de donde te encuentras?.

Ush. Que amable.

Sonriendo con tensión me fuí alejando, agradeciendo entre dientes su "amable" ayuda. Nisiquiera me quería quedar allí. Pero si lo que decía era cierto, entonces Ross estaría por ahí. Solo tenía que prestar más atención y buscar bien. En algún momento aparecería.

Eso esperaba.

El Concierto de Nuestras Vidas. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora