∆ SEIS ∆

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¿Así que este era tu plan, Vicent? ¿Presentarme y decir que te harías cargo de mis gastos como si fuera la nueva mascota del grupo?. Algo me dice que no tenías ningún plan en primer lugar, al igual de que haces esto con una doble intención, pero ¿Cuál era? No sabía, sin embargo lo podía casi que oler en el ambiente, al igual que el hedor del sudor acentuándose en la habitación.

Los hombres huelen así. Los hombres huelen así. Mientras más rápido lo acepte más rápido me acostumbro.

Repetí mentalmente.

De reojo lo observé, inquieta. No sabía cuáles eran sus intenciones, ni él sabía las mías, pero por lo menos yo hasta el momento no tenía ninguna mala, ni con doble fondo. Solo quería un lugar donde pasar la noche, comida y seguridad, después me centraría en investigar sobre la causa de los viajes. A lo mejor Discovery Chanel me lo hubiera aclarado hace tiempo si yo no hubiera estado más atenta a hacerme las uñas en lugar de verlo, o al profe de física cuando sacaba datos curiosos en medio de las clases y mi mente precisamente en esos momentos comenzaba a divagar.

Me miré las uñas.

Están horribles. La pintura ya se está cayendo de los bordes.

Un flashback de hace unos minutos atrás me viene a la cabeza, justamente la discusión que dejé armada en el salón. Cómo se me escaparon cada una de esas palabras. Usualmente no insulto, bueno, trato de no hacerlo, lo hago mentalmente, pero estaba tan estresada y agobiada con el descubrimiento, que simplemente se me soltó la lengua y vomité todo lo que se me cruzó por la cabeza. Nisiquiera soy agresiva, bueno, no del todo.

Definitivamente seré recordada en sus mentes como la chica grotesca que escupió un montón de idioteces en medio de una reunión de fanáticas. Lo peor es que las ataque verbalmente con esos argumentos que claramente yo misma había experimentado. Vamos, que aún tenía esperanzas de que Josh Hutcherson se casara conmigo —Peeta Mellark, te sigo amando, a pesar de que no existas— aunque nisiquiera lo había visto en persona. Claro que entendía a ese montón de fanáticas, pero también me asustó la intensidad con la que exigían información de los chicos.

Además ¿Qué clase de preguntas eran esas?. Comenzando por el olor "varonil" que preguntó una.

Les miré disimuladamente uno a uno.

No huelen tan mal, pero definitivamente no es un olor tan agradable, ni al cual me gustaría estar expuesta tanto tiempo.

Me topé con los ojos de Rick, el contacto visual fué corto pero suficiente para iniciar una charla. Agradecí enormemente que alguien rompiera el silencio que se había instalado en la habitación.

—Casi parecen los mismo pantalones— se percató de ese detalle Rick. Nos señaló con el mentón a Victor y a mi.

¿Mmm?.

¿Los mismos? ¿De qué hablas? En absoluto eran parecidos.

Intercambie una rápido mirada con el otro acusado, dirigiendo después la atención a nuestros pantalones solo para confirmar lo que decía el baterista. No era del todo falso, pero tampoco era cierto. Claramente los de Victor eran más grandes en cuando a anchura se trataba a diferencia de los míos, además, al parecer —y si ni estaba totalmente equivocada— a él le caían más abajo de las caderas. El joven no parecía fanático de los cinturones, por lo que estaba segurísima que iba por ahí mostrando sus calzoncillos debajo de la camiseta igual de enorme que lo tapaba. Parecía querer copiar un poco la moda de los raperos, solo que menos exagerada.

Yo, por otro lado, y al contrario que él, llevaba el pantalón bien ajustado arriba. A la altura de mi cintura, con un cinturón negro, no como otros que tenía al lado.

El Concierto de Nuestras Vidas. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora