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Rosé Pov

Quiero gritarle. Quiero perder la calma y alejarla de mí. Decirle órdenes de que necesita irse a la cama, a donde pertenece, a salvo debajo de las mantas y lejos de la mujer dentro de mí. La mujer que quiere arrancar ese vestido de esas lindas tetas y devorarla entera.

Ella me está mirando, esos ojos felinos tan inocentes. Sólo que ella no es inocente. No ahora.

Es claro lo que la pequeña Jisoo está pensando, lo que está queriendo.

—No soy una... —comienza, y cierro los ojos—. No soy una... Niña... Tengo dieciocho años, Rosé...

—Y yo soy muy mayor para ti. Demasiado.

—Pero... ¿Quién lo dice? —su voz es tranquila y suave. Su voz es perfecta.

—Yo lo digo —hablo simplemente y me obligo a encontrar sus ojos—. No sería correcto.

Ella asiente, pero no me cree. Ni siquiera estoy segura de creerme yo misma. Porque aquí, en el rellano, con esta hermosa criatura tan cerca, con esos pequeños y dulces pezones asomándose a través de una tela frágil y su pequeño coño apretado pidiendo ser tomado, se siente más correcto de lo que me atrevo a admitir.

Se ve tan dolida. Está hundida en sus hombros, la confianza de su postura se desvanece en nada.

Sólo me hace quererla más. Sus bonitos ojos son vidriosos, y sus pequeños dedos están inquietos, y puedo sentirlo, su calor.

—Sé que me veo joven... Y sé que también actúo como si lo fuera... Con Ted y los cereales estúpidos y no poder llegar a casa por la noche... Pero yo... No soy...

—Me gusta cómo eres, Jisoo. Me gustas con Ted y me gusta que te gusten los cereales estúpidos y que necesites a alguien. No hay nada de malo en ser vulnerable, no hay nada de malo en necesitar ayuda.

—Pero sí lo hay... —susurra—. Porque me gustas... De esa manera.

Me hago decir las palabras correctas. Las palabras sanas.

—Has tenido una experiencia traumática. Es fácil confundirse, Jisoo. Creer que quieres algo que quizás no.

Jisoo está sacudiendo la cabeza antes de que yo termine.

—Nunca he... Nunca he deseado a alguien... Nunca —toma una bocanada de aire—. Nunca me ha gustado alguien así. Como tú me gustas.

La mujer dentro de mí quiere creerle. La mujer dentro mí tiene toda la justificación que necesita para destruir su delicado y pequeño cuerpo y hacerla mía.

Pero no lo hago.

—No me conoces.

—Sé lo suficiente...

No. No, no lo sabe.

Sacudo la cabeza, pero ella no escucha. Sus dedos se acercan para agarrar mis brazos, como si su toque tuviera el poder de desafiar mis palabras y de percibir su aroma, el jabón que usó para bañarse, mezclado con ese aroma divino de hormonas locas y jóvenes. No puedo negar la ansiosa contracción debajo de mi bata.

—Te veo, Rosé. Veo cuánto te preocupas por mí, cómo me cuidas, cómo me rescataste. Me haces sentir segura, me haces sentir querida, me haces sentir... —su voz se seca.

Ella toma un poco de aliento.

—¿Cómo te hago sentir?

Sus dedos se aprietan, y ella sonríe de manera triste, y mi corazón es suyo. Ha sido suyo desde que me miró bajo la lluvia. Ha sido suyo desde que apagó su vela de cumpleaños.

Call me Daddy || Chaesoo (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora