El día después

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La luz tenue, el silencio, el pasillo solitario, las estanterías llenas y ella, siempre ella llenando todo el espacio. Eso era en lo único que podía pensar Marta nada más levantarse, aunque no era la primera vez que al cerrar los ojos, Fina fuera el centro de sus pensamientos, de su imaginación. No recordaba cuándo fue la última vez que sintió algo parecido, ni siquiera sabía con certeza si alguna vez lo hizo.

Esa mañana tenía una montaña rusa de sentimientos, no quería levantarse porque no le apetecía volver a la realidad y contar con la posibilidad de que todo se pudiera truncar pero a su vez, estaba deseando llegar a la colonia y reencontrarse con Fina. Volver a coincidir con esos ojos capaces de expresar tanto con tan solo una mirada.

- No puedo creer que me esté pasando esto - pensó.

Cuando se quiso dar cuenta ya iba un poco tarde, pegó un respingo de la cama sin perder la sonrisa y fue directa al armario a escoger el conjunto que llevaría ese día. Normalmente no era una tarea que le llevara mucho tiempo pero esa mañana era especial, y aunque siempre le gustó ir elegante y con buena presencia, ahora quería estar más segura que nunca de su elección. Escogió tres looks diferentes y tras probarlos frente al espejo, terminó decantándose por el traje de chaqueta y falda rojo, que siempre le había dado seguridad. Una vez preparada, bajó al salón para encontrarse con su familia.

En la zona de habitaciones de la colonia, Fina estaba sola por lo que aprovechó para escribir una carta que nunca enviaría, era para su yo del futuro. Quería guardar para siempre cada sensación, cada sentimiento de aquella noche mágica y para no correr riesgos de que su mente borrara cualquier detalle con el paso del tiempo, decidió ponerlo por escrito.

- Lo que pasó anoche fue como si un sueño se hiciera realidad. Nunca pensé que Marta pudiera sentir lo mismo y ser tan valiente para admitirlo - releía en voz baja lo que había escrito.

Justo en ese momento, Carmen volvió del aseo apresurada por contarle a su amiga lo que había pasado en la cantina el día anterior, ya que no habían podido coincidir en toda la tarde-noche por culpa del inventario. Sin embargo, cuando entró en la habitación, vio como Fina se asustó y guardó corriendo un papel.

- Ay, Carmen. Que susto me has dado - reaccionó sorprendida Fina.

- Bueno, perdón chiquilla. ¿Qué tal te fue anoche?

- ¿Anoche? ¿A qué te refieres? - preguntó algo nerviosa mientras se levantaba del escritorio y se dirigía hacia la cama.

- Al inventario, ¿a qué va a ser?

Carmen era consciente de que algo extraño le pasaba a Fina, pero prefirió seguir como si nada, esperando que saliera de ella contarle lo que le ocurría.

- Ya lo conoces, aburrido y largo como siempre - respondió mientras intentaba ocultar una medio sonrisa sin éxito.

- Ya y ¿qué pasó durante la noche para que hoy estés de tan buen humor?

- Ah muchas gracias, ni que el resto de días fuera un ogro pero vaya que, no sé por qué lo dices, estoy igual que siempre - dijo levantándose de la cama.

- Fina, te conozco. Y esta actitud esquiva ya la he visto antes, así que no nos vamos a mover de aquí hasta que me lo cuentes - le dijo frenando su marcha.

En ese momento, Fina recordó que una de las cosas que pactó con Marta es que nadie sabría de su relación, pero Carmen era su mejor amiga y la única que sabía que era lesbiana así que, decidió contárselo.

- Está bien, pero esto no puede salir de esta habitación. La razón por la que estoy así de contenta es que anoche durante el inventario me besé con alguien.

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