Era un miércoles por la tarde y la pareja llevaba escapándose a Madrid día sí día no durante meses. Meses en los que probaron sus habilidades creando excusas para sus escapadas o ausencias sin dejar sospechas. Eran hermosos los días que pasaban juntas pero el peligro a que alguien se diera cuenta era tal, que al final siempre hacían lo mismo: dar paseos por las calles de Madrid y de vuelta al piso. Al principio era el plan ideal pero a medida que pasaba el tiempo a Fina le empezaron a nacer ganas de dar un paso más y aunque no lo quería decir, Marta se daba cuenta.
La notaba cabizbaja, triste y a veces pensativa. Detestaba verla así y no paró de pensar hasta dar con la manera en la que poder alegrar ese rostro que tanto adoraba. Cuando el miércoles llegaron a su casa, Marta no podía aguantar las ganas y lo primero que hizo fue sorprenderla tapándole los ojos.
- Tengo una sorpresa para tí - le dijo susurrándole al oído - pero no puedes abrir los ojos hasta que te diga.
- Está bien - dijo con una sonrisa nerviosa - pero no tardes mucho que soy muy impaciente, ya lo sabes.
- Tranquila, solo tienes que acompañarme a la habitación. Yo te guío.
Cómo dos adolescentes fueron entre risas por el pasillo hacia el dormitorio donde a Fina le esperaba algo que le iba a encantar.
- ¿Estás preparada? - dijo Marta, algo nerviosa por ver su reacción.
- Claro que sí, Marta. Sea lo que sea me va a encantar estoy segura, con tal de que estés a mi lado.
Marta al escuchar eso solo tenía ganas de darle un beso y se colocó detrás de ella, abrazándola.
- Ya puedes abrirlos.
Sobre la cama había dos vestidos preciosos de gala. El de Marta era un viejo conocido del que no guardaba un buen recuerdo pero al que decidió darle una segunda oportunidad ya que ahora todo era muy diferente: ese precioso vestido negro que llevó a la ópera la vez que Fina la dejó plantada. En cuanto al de Fina, era un imponente vestido rojo combinado con unos guantes negros que cubrían el brazo.
- Marta - dijo emocionada - ¿Pero esto qué es? ¿Dónde vamos a ir así vestidas?
- Descúbrelo tú misma - le dijo señalando hacia el sobre que también estaba sobre la cama.
Fina lo abrió corriendo porque estaba deseando saber qué es lo que iba a pasar. En cuanto se dió cuenta no podía dar crédito y comenzó a andar por la habitación de la emoción que sentía.
- ¿María Callas?
- Si - dijo mientras daba un paso hacia Fina.
- ¿Esta noche?
- Si - dio otro paso
- ¿En el gran teatro?
- Si - dijo estando a tan solo unos centímetros de distancia - ¿Te apetece ir conmigo?
- Si, si, si y mil veces si, Marta. Te quiero muchísimo ¿Lo sabías? - dijo dándole un beso.
- Y yo a ti, tanto que no podía soportar ver un minuto más esa melancolía en tu preciosa mirada. Por eso se me ocurrió que podríamos ir a la ópera y esta vez de verdad, no como la anterior. ¿Te gusta tu vestido? Espero que sí, tampoco he tenido mucho tiempo entre el trabajo inagotable en la fábrica y que esto se me ocurrió ayer, no...
- Mírame, es perfecto pero solo veo un problema.
- ¿Cuál?
- Tu vestido es precioso y en ti aún más, seguro que se te quedará mirando todo el mundo pero sobre todo, yo tendré que aguantar las ganas de quitártelo hasta llegar a casa.
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Distancia
FanfictionFina, después del malentendido con Doña Marta por el plantón de la ópera, decide cogerse un par de días de vacaciones para alejarse de la tienda y pensar. Al volver, Doña Marta le manda hacer el inventario del mes, una tarea que se hace por la noche...