𝕽𝖆𝖟ó𝖓 𝖈𝖎𝖓𝖈𝖔

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—Kyoka, ¿por qué no nos acompañas? Solo por esta vez.
—Mina, de verdad tengo muchas cosas que hacer y ya deberían irse.
—¿Necesitas que te traigamos algo? —habló la delgada.
—No, gracias Momo —mencionó Jiro con una sonrisa antes de despedirse de la mayoría de sus compañeros. No le desagradaba pasar tiempo con ellos, pero amaba tener su espacio.
Desde que se habían mudado a los apartamentos no había mucha privacidad. Y ahora que sus tardes estaban ocupadas ayudando a todos a practicar para el festival cultural, se encontraba anhelando este momento, estar sola.

No tenía muchos planes, solo se sentó frente al televisor y puso algunos conciertos. Al fin podía estar en la sala común sin tanto ruido.

Jiro siempre había tenido insomnio. Sus padres siempre atribuyeron eso a la cantidad de cafeína que consumía, pero no solo era eso. Aunque también podría agradecer esos momentos de creatividad, cuando al no poder dormir, se dedicaba a escribir. La noche anterior no había sido la excepción, se había quedado hasta tarde terminando la canción que tituló "Bring me to life". Sentía no haber dormido nada, así que no fue difícil conciliar el sueño. Durmió una hora y pudo seguir durmiendo, si no fuera por la música ensordecedora que se escuchó. Se levantó asustada y volteó a ver el televisor; su música seguía ahí, en el mismo volumen. La música venía de los pisos de arriba. Conociendo la canción, una de las que más le gustaba, creía estar sola en el edificio, pero tenía la duda. ¿Quién escucharía ese tipo de música? Olvidando todo el cansancio, subió al elevador y utilizó su don. Supo que era de piso de los chicos. Empezó a replantearse ir, pero optó por marcar el piso. Al final, era un compañero y también quería ver con quién compartía las instalaciones.

Nunca había subido al piso de los chicos, solo una vez cuando Mina los calificaba. Tenía el vago recuerdo de que el cuarto de Denki era el de la izquierda. Por un momento, esperó que la música viniera de ese lugar, pero al ver que no, simplemente abrió la puerta y se encontró al chico con el que había compartido una tarde de música unos días antes. Sintió rabia porque lo odiaba, pero a la vez se lo esperaba. No había muchas personas con ese gusto musical, así que aunque no lo admitiera, sabía que lo vería cuando abriera la puerta.

—¿Orejas? —mencionó con desagrado.
—Tu música está muy fuerte, se escucha desde la sala común. Bájale —dijo casi como reflejo. Si fuera cualquier otra persona, habría entablado una conversación, pero no era necesario. No quería hablar con él, aunque sí tenía ganas de preguntar ¿por qué se había quedado? Y eso se respondió casi al instante. Tenía una toalla en la cabeza y sus ojos estaban algo rojos, al igual que su nariz.
—Que no sepas de música no es mi problema —habló rasposo y mucho más bajo de lo normal.
—Te resfriaste —agregó Jiro, recordando cómo iba vestido el día que fue a su cuarto. Una simple camiseta de una calavera, ella tenía una parecida, perteneciente a un grupo de música.
—Cállate, Orejas. No estoy resfriado. ¿Qué mierda haces aquí?
—Para que le bajes a tu música. Además, ¿por qué está tan caliente aquí? —preguntó y enseguida se arrepintió al ver la carcajada salir del chico.

—Orejas.
—¿Mh?
—¿Terminaste la canción?
—Sí.
—¿Quieres...? —No terminó la pregunta, solo se le quedó viendo, con su ceño fruncido y sus ojos rojizos, una de las canciones que más le gustaban a Jiro de fondo. El volumen había bajado desde que entró a la habitación. A como estaba antes, sabría que tendría que estar gritando para hablar, pero ahí estaban, ella en el marco de la puerta, él en su cama. A veces sientes que hay personas a las que no se les puede dejar de ver, esas que en cuanto las miras, quieres quedarte así una vida.
—Claro. —Nadie sabrá nunca que ella aceptó. Si alguien lo contaba, el resto asumiría que se negó burlándose, aunque también pensarían que él nunca hubiera propuesto eso. Ella no sabía por qué aceptó. Salió automático, cerró la puerta detrás de ella y caminó unos pasos. Él se sentó en la batería. Nunca había visto su cuarto, tenía algunos pósters de superhéroes y bandas, muchas que ella conocía y admiraba.
—Siéntate ahí, Orejas.
—J-i-r-o —vocalizó mientras él rodaba los ojos. Señaló su cama y ahí se sentó. No pasó mucho tiempo antes de que empezara a cantar aquella canción que los dos sabían de memoria. Llegó la parte final en la cual Bakugo no sabía qué cantar, así que solo siguió con el ritmo de la batería. La tocaron dos veces más, hasta que para ambos fue muy repetitivo. Bakugo empezó con otra canción aleatoria, que para sorpresa de él, Jiro la sabía. En algún momento, volvió a conectar su parlante y puso las canciones en el fondo. Los dos cantaban o simplemente las escuchaban, hacían comentarios en los que coincidían, así como en la mayoría de canciones. Variaba mucho, había unas tranquilas y otras más explosivas, todas le gustaban. Su tarde de soledad se había convertido en algo más. No fue hasta que una canción sonó que pensó solo por un instante que sentía paz.

—"I wanna be alone" —cantó a la par de la canción. —"Alone with you, does that make sense?" —casi como susurro escuchó cantar la voz que odiaba.

Esa tarde se había sentido así.

Cantaron toda la canción, ambos la sabían después de todo.
—Orejas.
—¿Sí?
—Cantas peor que yo con resfriado —dijo con brusquedad y burla. Jiro no pudo evitar una sonrisa que se le escapó—
—Voy por algo de comer —agregó y cerró la puerta—. —Idiota

La música se mantuvo de ese estilo, suave, algo melancólica. Cosas que nunca pensó que escucharía Bakugo. Poco a poco se recostó un poco más en la cama que, a su parecer, era mucho más cómoda que la suya. Y sin quererlo, Jiro cayó en los brazos de Morfeo, con la música de fondo. No notó cuando Bakugo llegó con dos tazones. Los dejó en el escritorio mientras se preguntaba si debería despertarla. Lo mataría si no lo hacía, pero se veía tan pacífica. Para nadie era un secreto que Jiro no dormía muy bien. Se podía ver solo en las ojeras en su rostro. El chico se encontraba en un debate mental, no sabía muy bien qué hacer. Faltaba una o dos horas para que los demás llegaran.

Lo siguiente que hizo lo avergonzó, pero nadie tendría que saberlo. Sería su pequeño secreto, ni ella se enteraría. Solo quiso guardar el recuerdo mientras luchaba con su orgullo. Solo una pequeña foto, nadie lo sabría. Algo de la situación le daba satisfacción, ella estaba ahí con él, no con cualquier otro extra.

Se sentó en el piso cerca a la cama sabiendo que no ayudaría a su resfriado. Escuchando las canciones y asegurándose de que no sonara una muy fuerte. Aunque después de veinte minutos, él cayó rendido también.

—Bakubro, volvimos. ¿Cómo sigues?

Eso despertó a los dos rápidamente. Se escuchaban las diferentes voces de sus compañeros. Jiro lo miraba con pánico, conocían a sus compañeros, si se enteraban de que ella había estado ahí, sería el fin. A Bakugo no le parecía tan grave, pero como el, ella era orgullosa. El solo admitir que no había sido asqueroso compartir espacio con él le costaría.

—Vete, pelos de mierda.
—Bakubro, vamos, al menos baja a cenar.
—¡Bakugooo! —interrumpió Mina—. ¿Has visto a Jiro? No está en su cuarto.
—¿Por qué mierda sabría dónde está?
—Es que le toca cocinar y no la encontramos —agregó Denki—. ¡Jiroooo, no te escondas!

Bakugo miró a Jiro, quien ahora estaba sentada en la cama. Podría bajar por el balcón, pero alguien la vería.
—Cocino yo, esa bruja seguro nos intoxica —dijo y salió por la puerta llevándose a todos sus compañeros.

Después de unos diez minutos y asegurarse con su don de que todos estuvieran en el salón principal, abrió la puerta y usó las escaleras para llegar a su cuarto. Agarró su celular y vio los mensajes de sus amigas preguntando su paradero. ¿En qué momento se había quedado dormida? Su tiempo a solas se había acabado, y sabía que debía bajar antes de que el profesor hiciera preguntas y nadie supiera dónde estaba. Bueno, una persona sabía, una con la que había compartido su espacio, su música.

Todo lo que compartieron, todas las canciones, Saber que si ella no se hubiera acercado a la puerta, probablemente no hubieran hablado ni acabado en esa situación, o si él no hubiera puesto una de sus canciones favoritas.

•Odio tu memoria
• ̷O̷d̷i̷o̷ ̷t̷u̷ ̷c̷o̷n̷t̷r̷o̷l̷ ̷ Odio tu estatura
•Odio tu cara
•Odio tu voz
• Odio tus gustos musicales

Esa fue la razón cinco que agregó a la lista, antes de bajar y disculparse por preocuparlos a todos, mencionando que se encontraba practicando en la terraza y no vio la hora.

Ocho razones por las que te odio (𝔅𝔞𝔨𝔲𝔧𝔦𝔯𝔬𝔲) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora