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"Regresa conmigo."
Esa simple frase fue suficiente para que el dragón volviera en si, Zane reconoció de inmediato a la voz que lo había llamado. Había perdido la cuenta de cuántas veces había repetido este bucle. Y en algún momento, se volvió parte de su recuerdo, repitiendo sus acciones pasadas una y otra vez.
—¡Zane, vamos! ¡Me prometiste que me llevarías a la biblioteca Draconia! Dijiste que habían muy buenos libros de poesía y— Gowther se detuvo al ver al Zane mirarlo con lágrimas y tristeza —. ¿Q-qué pasa? P-podemos ir a la biblioteca otro día, pero no llores... ¿C-cómo se consuela a alguien?— El muñeco empezó a ponerse nervioso, tratando de limpiar las lágrimas de Zane con sus delicadas manos.
Zane se quedó callado, disfrutando el contacto físico que recibía del peli-rosa, por una última vez.
Un sueve viento les llegó al prado en el que estaban, haciendo que las flores se movieran con la brisa. Zane podía sentir como el ambiente empezaba a hacerse más pesado, no faltaba mucho para que el paisaje volviera a cambiar. A pesar de saber que todo esto eran recuerdos viejos, volvía a sentir el mismo amor por el muñeco tal como lo sintió la primera vez.
—Te amo, quiero quedarme a tu lado para siempre. Y eso haré, pero no en esta época...— Zane agarra la mano de Gowther y le da un suave beso.
—¿Zane? ¿D-de que estás hablando? N-no entiendo.
—Hasta pronto, Gowther.
(...)
Zane estaba sentado en el trono, podía sentir como el castillo poco a poco se hacía pedazos y comenzaba a destruirse. Su gente gritaba por su ayuda, pero el dragón apretó sus ojos con fuerza, recordando que esto era parte de su mente, y que si iba, perdería el control.
El cielo una vez celeste era rojo sangre, el olor a hierro se esparcía por el aire entrando a las fosas nasales de Zane. Esto se sentía tan real que si no hubiera recibido el mensaje de Gowther, pensaría que aún estaba en guerra.
Los cadáveres lo rodeaban, de gente que en algún momento lucho a su lado, y para él, siguiendo sus órdenes sin dudar, porque confiaban en él, después de todo, sería el rey.
El dragón no cambio su expresión firme, podía sentir las voces distorcionandose, alentandolo para que se una a esa guerra interminable, para que fuera a luchar y el bucle se repitiera. Para tenerlo eternamente con ellos..
—Adios, mi querida gente.
Una mirada triste y amable se poso en las ruinas de su amado reino, viendo esto como una despedida.
