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—¿Me veo lindo?
—Evitas mi pregunta— Dice Zane en un suspiro —. No deberías estar aquí.
Gowther estaba con una traje de sirviente perteneciente a la realeza.
—¿Estás con un vestido?
—Si, quería pasar desapercibido. Les hice creer a todos en el castillo que era una sirvienta con mi magia— Gowther se detuvo, mirándose en el espejo de la gran habitación de Zane —. ¿Me veo lindo?
Zane lo observa unos segundos, ambos estaban en el gran castillo. El dragón había tenido reuniones importantes con la diosa suprema y el rey demonio, exigiéndole que se una a un bando para la guerra, y había dejado de ir a los encuentros, acababa de volver y vio a Gowther en su habitación vestido de sirvienta.
—Si, eres lindo
Gowther sonrió, parecía complacido con la respuesta.
—Sigues evitando mi pregunta, Gowther. ¿Por qué estás aquí?
—Queria verte.
Zane suspiro rendido, había perdido, jamás podría protestar contra esa respuesta. Sintiendo un cálido remolino de emociones en su corazón. Sin saber que un arcángel los observaba desde la ventana.
. . .
—¡Eres un mentiroso!
El peli-negro lo observó con tranquilidad.
—Mael, relájate.
El albino se acercó enojado a Zane.
—¡Primero Elizabeth! Y ahora tu...
El dragón sintió un gran calor empezando a surgir del cuerpo de Mael, y el sol del mediodía solo aumentaba sus poderes.
Ambos estaban en el prado que era el punto de encuentro entre Zane y Gowther. El muñeco aún no llegaba y Marl interceptó a su amigo.
—¡¿Te está controlando la mente?! ¡Es eso! ¡¿Verdad?! T-tu no estás con él por qué te agrade... s-solo estás siendo controlado, ¿Verdad?— Dice Mael, parecía estar en un ataque nervioso, sus movimientos eran temblorosos y trataba de acercarse a Zane, mientras el dragón solo retrocedía.
—Mael, cálmate— Ordenó Zane con seriedad —. Estás nervioso, necesito que te tranquilices para que hablemos.
Zane sentía que si se acercaba solamente un paso al albino se derretiría, el arcángel estaba muy enojado, y su poder solo incrementaba.
