Capítulo 36

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Horas después había decaído un poco el ánimo, tenían hambre y en esos momentos lamentaban no haber pensado en eso. Se habían preocupado de coger mantas y almohadas para estar cómodos pero nadie había pensado que se fuera a alargar tanto tiempo o que se les dejara sin cenar, y a nadie se le había ocurrido llevar algo para comer.

Y algunos habían desertado levantándose y anunciando al conserje que querían volver a sus habitaciones. Allí les fue servida la cena y pudieron disfrutar de la comodidad de una cama blanda para disgusto sobre todo de Gustav.

—Lo mejor será tratar de dormir un poco—murmuró Alex entre bostezos—Así se pasará más rápido el tiempo.

Se acomodó en el duro suelo y tapándose con una manta se dispuso a dormir. Bill y Tom se le quedaron mirando, Alex era capaz de dormir donde fuera. Pero ellos querían aprovechar ese tiempo que tenían juntos al máximo y poniéndose en pie Tom le tendió una mano que Bill cogió de inmediato.

— ¿También os vais?—preguntó Gustav al verlos en pie.

—Vamos a buscar un sitio para dormir desde donde no se escuchen tus ronquidos—contestó Tom provocando la risa de sus compañeros.

Gustav le fulminó con la mirada y Tom le ignoró, saliendo del salón cogido de la mano de Bill.

Aparte del salón de actos tenían a su disposición otras estancias como el pasillo de las taquillas o la biblioteca, que era donde se dirigían.

—Quiero coger algo de mi taquilla—dijo Bill de repente.

Fueron a ella y tras abrirla Bill cogió la mochila bajo la atenta mirada de Tom que arrugó la frente al verle coger un libro.

— ¿Te vas a poner a estudiar?—preguntó Tom sin poder contenerse.

—Tengo una bolsa de patatas fritas—contestó Bill en voz baja dejando el libro de nuevo en la taquilla—Me acabo de acordar y también tengo unas chocolatinas y agua.

—Que nadie nos vea o nos quedamos sin nada—dijo Tom entre risas.

Bill se echó a reír también y con el botín en sus manos echaron a correr a la biblioteca donde escogieron el rincón más alejado para pasar esa noche.

Sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared Tom recibió a Bill entre sus brazos y le hizo acomodarse contra su cuerpo mientras se tapaban con la manta que había cogido de su habitación.

Disfrutaron en silencio de su ligera cena y una vez terminada se dispusieron a dormir. Se habían descalzado, quitado la chaqueta del uniforme y también la corbata para estar más cómodos. Se tumbaron del todo en el suelo y sin poder evitarlo Tom le estrechó con fuerza entre sus brazos.

— ¿Estamos haciendo lo correcto?—preguntó Bill de repente— ¿Cómo crees que se lo tomarán tus padres cuando se enteren?

—Yo solo quiero recuperar mi móvil para poder llamarte cuando quiera, o que te puedas quedar más tiempo conmigo en el internado—contestó Tom buscando sus labios.

Pero Bill negó con la cabeza tratando de alejarse.

— ¿Qué pasa?—preguntó Tom sin entender.

—Que aquí no podemos hacer nada—contestó Bill en un susurro.

—No creo que haya cámaras, además....estamos tapados con la manta—insistió Tom alzando una ceja.

—Todo Hillerska se piensa que nos hemos escabullido para hacer justo eso—murmuró Bill—No quiero que se confirmen sus sospechas.

Jóvenes Rebeldes (capítulos alternativos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora