Capítulo 23

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Esa mañana, Tom no podía evitar sentirse la persona más feliz del planeta. Se había levantado con una amplia sonrisa en los labios y sin borrarla de ellos había ido a ducharse antes de bajar a desayunar con el resto de sus compañeros.

Encerrado en su cabina escuchaba las conversaciones de sus amigos, todas ellas centradas en la fiesta que había tenido lugar la noche anterior y que había sido maravillosa.

Y él no podía estar más de acuerdo, a pesar de lo triste que había comenzado el final fue inesperado e inolvidable.

Con los ojos cerrados lavaba su cuerpo mientras en su memoria traía una y otra vez el recuerdo del apasionado beso que Bill y él se habían dado. No pudo evitarlo, o más bien no quiso y llevando su mano abajo empezó a masajearse sin dejar de pensar en Bill en ningún momento.

No tuvo que esforzarse mucho, su cuerpo reaccionó de inmediato y minutos después se derramaba bajo la ducha preso de un gran orgasmo mientras que el nombre de Bill salía entre jadeos por sus temblorosos labios.



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Por otro lado, el estado de Bill era todo lo contrario. Sentía que había traicionado a Markus, y no se lo merecía. Tras el baile había puesto la patética excusa de que le dolía mucho la cabeza, que se había empezado a sentir mal de repente y que prefería pasar esa noche en su casa y no en la suya como habían planeado.

No podía hacerlo, no después de haberse besado con Tom como si no se hubieran visto en años. Pero no pudo contenerse, en el fondo llevaba tiempo deseándolo y al estar a solas y tan cerca le hizo dar rienda suelta a toda esa pasión que sentía golpearle el pecho cada día que sus miradas se cruzaban.

Y desde entonces ignoraba a Markus, le había enviado un mensaje para ver qué tal se encontraba esa mañana y Bill sólo lo había leído por encima sin dignarse a contestarle.

Necesitaba tiempo, y hablarlo con alguien que le aconsejara qué elección tomar.

Por suerte esa mañana Clarisse les llevaría en coche antes de entrar a trabajar, tras la fiesta de la noche anterior Nolan había tenido la gentileza de dejarles dormir y se habían suspendido las clases de la primera hora.

Sentado en el coche a su lado esperaba a que Alex saliera de su casa donde había entrado tras acordarse de que se dejaba uno de sus libros.

— ¿Te divertiste mucho ayer?—quiso saber Clarisse.

Bill asintió con la cabeza mientras cogía aire para confesar su pecado.

—Besé a Tom—soltó de carrerilla.

— ¿Cómo?—casi gritó Clarisse.

—Fue antes de la actuación del coro—empezó a relatar Bill—Le vi salir fuera a tomar el aire y quise ir a hablar con él. Habíamos estado minutos antes charlando con Markus, y al final había comprendido que me había perdido. Le vi tan derrotado que sólo quise saber si estaba bien y...

—Y una cosa llevó a la otra—terminó Clarisse el relato por él—Pero pensaba que lo tuyo con Markus era ya oficial. ¿Por qué lo hiciste?

—Porque soy un idiota—murmuró Bill resoplando.

Se giró en el asiento y vio que Clarisse seguía esperando una respuesta más convincente.

—Porque quería hacerlo—susurró esa vez suspirando—Soy una persona horrible, llevaba tiempo deseándolo hacer y no he parado hasta lograrlo.

Jóvenes Rebeldes (capítulos alternativos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora