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Han pasado unas cuantas semanas desde el primer partido de pretemporada y todo ha seguido igual: Por la mañan iba a los etrenos —unas veces por trabajo y otras no—, al mediodia solía salir con los chicos o con Noa a algún lugar a comer o en casa de cualquiera de ellos, pasabamos la tarde dependiendo de en casa de quien o del lugar en el que habíamos comido.

Con el tiempo empezé a acercarme mucho y a meterme más en el grupo. Comenzé a integrarme y intentar participar en conversaciones hasta que, poco a poco, ina sintiendome una más. Me ayudaron mucho Pablo, Ferran y Ansu. Con este último es con el que mejor me llevo actualme, es como un hermano y creo que ya sabe demasiado de vida, creo que le he cogido confianza muy rápidamente.

De hecho, ahora me estaba preparando para una comida a la que me habían invitado, y a Noa también. La vamos a passar a buscar antes de ir finalme al restaurante.

Me he puesto un top rígido, con el cierre de botones en el pecho, de tirantes y con unos dibujos de color azul. Tambien una falda tejana y unas convers blancas. He cogido un bolso azul que tenia por ahí colgado y solo me he puesto rímel y corrector para tapar alguna espinilla. Hoy no me apetece maquillarme mucho. Me dejo el pelo suelto y me pongo perfume para terminar.

Salgo de mi cuarto una vez estoy arreglada y cuando bajo a la cocina para beber un vaso de agua, me encuentro a Pedri sentado en la isla de la cocina, mirando su móvil. Lleva puesta una camiseta azul claro, unos pantalones cortos blancos y unas zapatillas Off-white azul y blanca. Al percatarse de mi presencia, dirije su mirada del teléfono hacia mí, y me regala una sonrisa.

— Hola, ¿que tal? — se levanta del taburete y me da dos besos a modo de saludo. Lo imito, apoyando mi mano en su hombro.

— Bien — le devuelvo la sonrisa mientras dejo caer mi mano a mi lado — ¿Y tu?

— Pues aquí, esperando a tu hermano — se cruza de brazos con ¿nerviosismo? y apoya su cadera en la isla de la cocina.

— Para que luego se queje de mí — señalo, negando con la cabeza — Oye, vamos a conjunto — El rie levemente.

— Luego nos hacemos una foto, he.

Nos quedamos unos segundos en silencio, mirándonos el uno al otro.

— ¿Traes el dinero? — me pregunta rompiendo el silencio, y yo no puedo estar más confusa.

— ¿Eh?

—Me debes una comida, ¿no es así? — nota que yo empiezo a rebuscar en mi bolso y me para posando su mano sobre mi antebrazo — Es broma — me hace saber con su característica sonrisa de vuelta.

— Hoy no, pero lo cumpliré — digo y poso mi mano derecha sobre mi corazón —. Lo prometo.

— Vale, vale — carcajea por mi reacción— pero tampoco te estreses, no hace falta que sea siquiera este año.

Entonces escuchamos a mi hermano bajando las escaleras, vistiendo una camisa negra ancha, unos pantalones cargo cortos y unas zapatillas del mismo color que la camisa.

— Ya estoy — anuncia cuando llega hasta nosotros.

— Menos mal, pensaba que ya no salíamos — me quejo, haciendo referencia a lo que siempre dice él.

— No estas tu para hablar.

— No empezemos — corta el canario, pasando en medio de los dos —, que ya os conozco — yo y Pablo nos quedamos mirando y caminamos hacia la entrada a la vez.

Andamos hasta el coche de Pedri que estaba aparcado en la otra acera y nos subimos.

Como ya es costumbre, me conecto al bluetooth del coche y pongo mi playlist en aleatirio. Comienza a sonar PANAMA de Trueno y Duki, comienzo a cantarla y escucho como Pablo me sigue en voz baja. Yo se que esta canción le gusta, pero contal de llevarme la contra, me dice que no le gusta.

Tu y yo | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora