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Me despierto al escuchar la alarma que ya tenía previamente activada y me froto los ojos con pereza. Escucho como ruge mi estómago y me levanto directa al baño para cambiarme y así, bajará a desayunar y acabar con esta hambre.

Ayer volvimos del partido muy cansados, tanto los jugadores por el partido, como nosotros por las horas.

Nada más llegar, me despedí de los chicos y de mis compañeros para irme a la cama sin siquiera cenar, pues a las ocho antes de salir no tenía hambre, pero al momento de volver tarde el sueño me ganaba, y decidí que ya desayunaría el día siguiente.

Salgo de la ducha envuelta un una toalla y me dispongo a escoger lo que me voy a poner. Tampoco me como mucho la cabeza y termino escogiendo un chándal del club, de pantalón corto y camiseta de manga corta, de color azul marino. De zapatillas escojo unas simples Aur Force blancas.

Preparo mi maleta para ya tenerla lista después de desayunar.

— ¿Tienes hambre? — me pregunta Bea con una sonrisa.

Me estaba esperando fuera de mi habitación para bajar juntas a desayunar.

— No te haces una idea.

— Es que tu tambien... Yo no puedo irme a dormir sin comer algo — se encoge de hombros.

— Voy a arrasar con el buffet libre — bromeo.

O no.

Bajamos en el ascensor hasta la parte del comedor entre charlas bastante variadas y cuando llegamos, nos servimos lo que nos apetece. Como era de esperar, mi plato estaba lleno de comida que tiene una pinta buenísima.

— ¿Has podido visitar, al menos, una playa? — pregunto, mordiendo una tostada.

— Dos — responde Bea, para luego apretar los labios en una pequeña sonrisa —. La verdad no se que me esperaba hacer en tan solo dos dias.

— Es que tambien tu, Bea. ¿Cómo crees que vas a tener tiempo de hacer turismo, en medio de la pretemporada?

— No pensé en que apenas iba a tener tiempo libre — se encoge de hombros —. Pero ha estado bien, siempre tuve ganas de visitar Miami.

— Yo solo tengo ganas de montarme en el avión y volver a casa.

Apoyo mi espalda en el respaldo de la silla, y trato de estirar un poco mi espalda. Me vuelvo a sentar bien, pero siento una mirada fija en mi. De hecho, llevo sintiéndola desde que he entrado en la cafetería, pero pensé que solo eran imaginaciones mías.

Intento buscar al dueño de esa mirada, pero no tardo mucho en encontrarlo. Le devuelvo la mirada a Pedri y él ni siquiera se molesta en fingir que no me miraba, de hecho, me guiña un ojo y me regala una sonrisa alegre. Suelto una risita y le devuelvo la sonrisa.

Vaya risita más idiota.

Déjame en paz.

Vuelvo mi atención hacia Bea, quien ahora me está explicando lo que tiene planeado hacer al llegar a su casa. Duro muy poco metida en la conversación, pues soy consciente de que Pedri no a separado su mirada de mí. Me vuelvo hacia este para ver que es llamado por Ferran, por lo que tiene que apartar la mirada de mí.

Rio al ver su pequeña expresión de miedo a ser descubierto, pero la relaja en cuanto ve que nadie se ha dado cuenta.

Decido volve a prestar atención a Bea, que ha seguido hablando mientras yo me ocupaba de reír por las caras del canario.

— ¿Cual de las dos que debería escoger? — pregunta, apoyando

— Eh... No estoy... muy segura...

Tu y yo | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora