Hay amores Inesperados

62 8 15
                                    

Paso una semana y yo aun no podía borrar de mi mente a ese chico de rastas, a pesar de ser tan joven me llamo mucho la atención. Su inocencia, su forma de ser, su olor, el peculiar aroma de su sangre me atraía demasiado.

- Nunca eh tenido presas tan... jóvenes y tentadoras- murmure en el silencio de mi habitación.

Podía encontrarlo cuando yo quisiera con solo seguir su rastro, pero una vez que lograra mi cometido todo esto terminaría y sería muy aburrido, estaba cansado de las presas fáciles.

Tenía que desahogar ese deseo y esas ganas que tenia de ir a buscarlo, así que para calmarme esa noche tuve sexo con un par de chicas en un antro y así lo deje, no tenía hambre desde la fiesta de Tom, y estaba seguro que si me le acercaba mi apetito volvería desatado.

Un día salí de paseo, iba caminando tranquilo por la calle, y en eso alguien que corría choco contra mí, mas se quedo helado al mirarme.

- ¡Hey! ¡Detengan a ese tipo!- escuche a lo lejos y sujete al chico por la camisa sin dejar de observarlo.

Al poco rato vi que quien se acercaba corriendo era Tom, al reconocerme acelero más y cuando llego me sonrió.

- Hola Bill- dijo casi sin aliento- Gracias por atrapar a este desgraciado- exclamo mirando al tipo que yo contenía- Devuélveme mi maletín rata asquerosa- le demando molesto y el hombre se lo entrego de inmediato- Mas te vale que no falte nada o ya verás- finalizo Tom revisando su portafolios y yo por ende solté al tipo.

- ¿Todo en orden?- dije amable.

- Si, todo está aquí- respondió aliviado viéndome- Muchas gracias, enserio. Te debo una.

Yo sonreí y el otro tipo enseguida se fue alejándose de nosotros.

- Vale, ¿vamos por una cerveza más tarde?- le ofrecí.

- Seguro, yo te llamo en cuanto me desocupe- respondió entusiasmado Tom.

- Ok. Nos vemos- exprese despidiéndome.

- Si, hasta luego- murmuro yéndose enseguida.

Lo tenía, sabía que a partir de entonces no me alejaría de él, ni él de mi, algo me impulsaba a mantenerlo cerca de mí, habíamos caído en una situación interesante y el solo pensar en eso me hizo sentir hambriento. Camine un poco y encontré un callejón, ahí estaba una chica solitaria y sin mediar palabra me encargue de ella, una dosis suficiente de sangre para satisfacerme por el momento.

Pasaron un par de horas, me encontraba sentado en un jardín observando tranquilamente a la gente que pasaba, entre ellas algunas chicas que me coqueteaban descaradamente y yo solo les sonreía, en eso mi celular comenzó a sonar, por lo que conteste enseguida.

- Hola- dije con voz sensual.

- Sssi... ¿Bill?- escuche una voz nerviosa al otro lado de la línea.

- Soy yo, ¿Quién habla?- respondí divertido.

- Eh... soy Tom. ¿Podemos vernos en el bar de la esquina que esta a unas cuadras de donde nos encontramos hace un rato?- dijo esperanzado.

- Claro, ahí te veo- accedí sin borrar la sonrisa de mi rostro.

- Ok, nos vemos en 15 minutos- murmuro rápido colgando.

No había algo que me entretuviera tanto últimamente, y nunca había conocido a alguien que me llamara tanto la atención como Tom. Estaba decidido, iba a divertirme con el... y mucho.

Espere un rato mas ahí sentado, y luego en un instante llegue al bar, me asignaron una mesa y yo me senté tranquilo, suspire y saque un cigarrillo. Mientras fumaba no pude evitar pensar en cómo de un momento a otro mi vida estaba cambiando, me sumí tanto en mi mente que no me percate cuando Tom entro, en cuento nos miramos, sonreímos mutuamente.

Entre sangre y amor Hay amoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora