Hay amores atractivos

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La gente no se imagina de la infamia en la que vive, donde ya no se sabe de que esconderse, a quien recurrir, no sabiendo que el peor depredador del mundo se encuentra entre ellos. Yo, un demonio nocturno que está condenado por la eternidad a vagar por este planeta, sin ningún sentido en la vida, pero con un solo objetivo para sobrevivir: la sangre.

Es sábado en la noche, las calles están repletas de gente aquí en el centro de la ciudad, yendo y viniendo de clubes nocturnos de todo tipo, conciertos, fiestas; si yo pudiera contar a todos los eventos que había ido ya nadie me lo creería. Salí porque era mejor que quedarme aburrido en mi hogar, era lo mejor de vivir solo, hacer lo que yo quiera cuando yo quiera.

No me decidía a qué lugar entrar, termine entrando a un Men's Club muy exclusivo, era muy difícil entrar ahí si no estabas en la lista, pero yo tenía mis trucos. Tome mi lugar en la mesa que me asignaron y el show comenzó, una pandilla de chicos que al parecer era su primera vez en ese lugar gritaban y hacían un escándalo bastante estridente, sobre todo burlándose de un chico rubio que iba con ellos, se veía bastante tímido.

Pedí una bebida y miraba de reojo el espectáculo, la verdad es que no me llamaba mucho la atención. La mesera que me atendía venia cada diez minutos a ver si algo mas se me ofrecía pero yo me negaba, claramente pude leer sus intenciones, su intento de mirada seductora y se relamía los labios cada que me veía.

- Otra chica fácil- bufe resignado- Una más, una menos. Tendré que hacerle el favor- murmure divertido.

Después de todo no iba a negar que un ser como yo tenía mi encanto, y por donde quiera que iba o pasaba tanto mujeres como hombres caían ante mí. Alto, mi pelo era rubio y rapado por los costados, mis ojos color carmesí que bien suelen aparentar un café claro y mi blanca piel parecían un imán que me mantenían siempre en escrutinio, incluso ahora donde me encontraba pude sentir algunas miradas sobre mí.

Me levante de mi asiento y enseguida la mesera me ofreció llevarme a un lugar en el que podría "relajarme", al fin acepte y ella tomo mi mano trasladándome con ella. Caminamos algunos pasos hasta llegar a una puerta medio oculta y entramos ahí y seguimos por un pasillo en el que había varias puertas mas, nos detuvimos en una que estaba casi hasta el final y nos adentramos de inmediato, ella cerró la puerta despacio y luego me miro intensamente.

Sin mediar palabra nos arrojamos sobre la cama que estaba ahí y ella comenzó a besarme, yo solo le correspondí por necesidad. Me quito la camisa y pude detectar que se deleito mirando mi cuerpo, no estaba muy trabajado pero tenía lo mío, note que se relamió los labios y luego beso mi cuello con el deseo latente en sus ojos.

- ¡Qué bueno estas galán!- exclamo excitada- te hare disfrutar esta noche- dijo con un intento de voz sensual que me pareció algo vulgar por lo que yo solo sonreí orgulloso.

Nos deshicimos rápido de nuestras ropas, y sin muchos rodeos, tuvimos sexo por largo rato, ella termino muy cansada y afónica de tanto gritar, aprecié una sensación de dejavu, ya que el escuchar eso ocurría mucho últimamente.

- ¡Dios! ¡Qué hombre!- dijo casi sin aliento medio abrazándome satisfecha.

- Lo sé, lo sé- murmure sonriendo- ahora me toca cobrarme- finalice riendo y moví su cabello descubriendo su cuello.

Me acerque y deposite un beso ahí, a lo que ella suspiro, yo cubrí sus labios con mi mano y de un rápido movimiento la mordí. Sentí como de a poco le succionaba la vida al devorar ese dulce néctar escarlata del que me alimentaba.

- Creo que eso me quitara la sed un momento- dije limpiándome los restos de sangre de la barbilla- estas tipas son solo comida rápida- exprese sincero en un bufido mientras me vestía rápido.

Entre sangre y amor Hay amoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora