CAPÍTULO 4.

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—MAGNE—

Una cama suave. Un aroma dulce y embriagador que se abre paso dentro de mí de forma suave y sutil. Ropa limpia y seca. Desperté. ¿Cuánto tiempo había dormido?

La habitación era enorme y luminosa. Podía escuchar la pequeña piscina natural que fluía tallada en la misma roca y el suave amanecer que entraba por las amplias ventanas en forma de arco con pilares altos y tallados en mármol y oro.

Me senté sobre las sábanas de color azul oscuro y observé cada detalle de aquella hermosa habitación; una chimenea de ladrillo rojo ardía débilmente, el nudo en mi garganta se hizo grande y pesado de tragar y las lágrimas rodaron por mis mejillas al recordar mi hogar en las montañas.

Una pequeña puerta de cristal de colores a un costado de la chimenea daba paso a un jardín pequeño de lavanda y rosas de tonalidades diferentes y que brillaban bajo el suave sol de primeras horas de la mañana como piedras preciosas. Los suelos eran de madera de teca y los muebles de un color caramelo de estilo elegante. En el aire flotaba el dulce aroma, que pronto descubrí; era té de jazmín que se encontraba en la pequeña mesa de la sala.

Me levanté de la cama y me acerqué a la mesa; tomé la delicada taza en mis manos y me di cuenta de que a pesar de la ropa limpia y de sentirme fresca, mis manos todavía tenían la sensación de estar sucias, llenas de sangre y barro. Tomé aire profundamente.

La puerta se abrió y una pequeña hada de piel azul celeste y alas iridiscentes entró. Una tensa sonrisa se mantenía en sus labios como si deseara estar en un lugar diferente y no ahí.

—Hola —saludé y mi garganta se sintió seca.

—Le... le prepararé el baño —dijo atropelladamente y se dirigió al extremo donde se encontraba la pequeña en la piscina y comenzó a revolver cosas.

Apuré el resto del té con dos tragos y me acerqué a aquel pequeño espacio de aguas cristalinas que olía a suaves hierbas y donde también flotaban pequeñas flores rosadas y violetas.

Sonreí; hacía mucho tiempo no disfrutaba de un baño; si tenía suerte en casa podía bañarme cuando el clima era menos frío en la bañera con agua calentada en la chimenea o en las ornillas de la cocina y sino debía bañarme en el río bajo la corriente fría y a la vista de quien quiera que pasara en esos momentos...

—Soy Magne —susurré y volví a sonreír; la pequeña hada dejó lo que hacía para mirarme largamente, tanto como para hacerme sentir incómoda.

—Niels —respondió y agachó la mirada—. Ya puede bañarse, he dejado la ropa ahí. —Señaló un pequeño armario—. Cuando esté lista, la llevaré al comedor; Lord Calder quiere desayunar con usted. —Y se marchó sin esperar una respuesta, dejándome sola de nuevo.

Respiré hondo y por primera vez me di cuenta que había escapado de la cacería roja y de Ludék. ¿Pero realmente había escapado de los crueles y grotescos gobernantes de Herleit? ¿Mi madre y mi hermana habían logrado escapar o habían sido cazadas y masacradas como todos los demás seres menores?

Mi pie tocó el agua y se sintió cálida; me metí por completo al estanque y todo el cansancio y dolor pareció desaparecer con ella. El agua se tiñó de color rosa por mi propia sangre y la sangre del lago de Freyr; sí, me di cuenta que me sentía limpia y fresca antes, pero solo era una falsa ilusión que quizá el lord de aquel lugar había hecho para que no ensuciara sus sábanas.

La imagen del lago de sangre volvió a mí con fuerza; tragué y mi cuerpo entero tembló al recordar cómo Ludék había entregado a su propio hijo solo para tener el placer de ser él quien me matara.

"MAGNE" (EDITANTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora