Capítulo I

246 11 0
                                    

Le resultaba totalmente ajeno a su voluntad el sentirse tan vulnerable. No había atisbo de confianza en su corazón en aquel instante; parecía como si de pronto toda la fuerza y el carácter que lo identificaban se hubiera esfumado de su cuerpo tan rápido que se percibió completamente fuera de sí.

Sonrió de soslayo, una mueca que antes dejaba al descubierto toda su autoconfianza, pero que ahora se había convertido en un gesto de burla hacia él mismo.

Por primera vez había sido derrotado...

Lanzó un puñetazo con fuerza hacia el suelo, llevaba algunas horas sentado allí, como si le hubieran arrebatado el alma, y quizás aquella expresión no estuviera tan lejos de su realidad. «¿En qué ridícula criatura me estoy convirtiendo?» su pensamiento pareció acrecentar levemente el fuego que lo caracterizaba, aquella personalidad que lo mantenía inquebrantable incluso en las situaciones más complejas. «Si tengo que romper esta magia lo haré y poco importa si mi propia vida está en riesgo. Yo venceré...»

                                                                                                **

—¿De verdad piensas que soy tonta, Satoru? —Los ojos de Nobara viajaron hacia las pupilas del color del océano del jóven sentado frente a ella —. No actúas como siempre, ya dime qué sucede...

—Ya te dije que sólo son impresiones tuyas —respondió Gojo sin darle importancia. Si algo se le daba bien era fingir que nada sucedía dentro de su cabeza. Aunque al parecer su compañera de clases era lo bastante quisquillosa para notar que algo no marchaba bien.

—Como quieras entonces... —La castaña cruzó los brazos sobre su pecho y dirigió su mirada hacia los ventanales del aula. Eran lo bastante grandes para permitirle observar hacia la zona de deportes de su universidad—. ¿Qué demonios...?

Gojo lo percibió desde su lugar sin necesidad de observarlo; se trataba de una oscuridad que amenazaba con aprisionarlo y alimentarse de él hasta volverlo trizas. Conocía perfectamente de qué se trataba, y de cómo había robado ya una parte muy importante para él; sin embargo, su corazón dio un vuelco cuando su mirada se dirigió hacia allí y el cuerpo de Itadori se encontraba completamente inerte sobre la enorme cancha de fútbol.

—Yuuji... —susurró antes de salir del aula tan rápido como pudo. Escuchó los pasos de Nobara tras él, pero le fue imposible detenerse; todo lo que su cuerpo le pedía era ir tras el chico de cabello rosa quien lo necesitaba ahora más que nunca. No permitiría que le sucediera algo más, él ya había sufrido suficiente.

Al llegar frente a Yuuji levantó parcialmente su torso del suelo recargándolo contra el suyo. Se cercioró inmediatamente de su respiración y la notó pausada y tranquila. Comprobó su pulso para cerciorarse de que todo estuviera en orden y se aferró al cuerpo del chico con una mezcla de ira y alivio arremolinándose en su pecho.

—¿Se encuentra bien? —La castaña se acercó de inmediato a Gojo y después de recibir un asentimiento como respuesta de parte del albino, se dio cuenta de que algo no estaba bien entre ellos dos. Lo que acababa de presenciar era muy extraño, y más aún a plena luz del día. Aquellas sombras no eran perceptibles para los humanos normales, pero ellos contaban con un sentido agudo que les permitía observar más allá de la tercera dimensión; no obstante lo que acababa de suceder estaba completamente fuera de lo que se consideraria "normal" para ellos.

—Nobara, debemos salir de aquí lo antes posible —El chico de ojos celestes se levantó con Yuuji entre sus brazos. Su mirada estaba afligida y lucía bastante alterado —. Encárgate de dar una excusa a los profesores. Yo me ocuparé de Itadori.

—De acuerdo —Accedió la chica observándolos con preocupación. Nada parecía calmar esa profunda sensación de intranquilidad que la inundaba —. Pero debes prometer que me explicarás todo lo que acaba de suceder, Satoru. Es muy extraño todo esto...

Gojo no respondió; se encontraba completamente perdido observando al chico entre sus brazos con una expresión que ella jamás le había visto. Si no lo conociera mejor pensaría que había cierto dejo de intimidad en su gesto, pero aquello era imposible... a Satoru no le interesaba el amor, habían asuntos más importantes para él que las relaciones interpersonales.

O quizás, estaba completamente equivocada... 


EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora