Se le agotaba el tiempo, lo sabía muy bien... Si el cuerpo de Itadori perdía su calidez y sus extremidades la movilidad, sólo podría significar una cosa: La Oscuridad habría tomado por completo control de su alma para alimentar los infames y codiciosos deseos del Rey.
—No tenemos mucho tiempo —La voz de Satoru fue baja pero contundente —. Tenemos que buscar la manera de llevarnos el cuerpo de Yuuji a mi departamento. Los humanos normales jamás lo entenderían, sólo harían que nos retrasáramos, y ahora mismo necesito dirigirme a la dimensión donde se encuentra la consciencia y el alma de Itadori antes de que sea demasiado tarde.
—Me encargaré de distraer a la enfermera —Se ofreció Geto sin rastro alguno de dubitación. Conocía muy bien a su mejor amigo y sabía a la perfección que era un tema bastante complicado que no sólo afectaba a Gojo sino también a Yuuji —, ustedes continúen, no tenemos tiempo que perder.
—No. —El oji-azul pronunció la negación de manera tan categórica que Nobara no tuvo más remedio que observarlo con profunda exasperación —. Te necesito, Geto. Necesito que luches a mi lado.
El jóven de cabello largo azabache sólo necesitó una mirada para entender a la perfección que su amigo realmente requería de su apoyo.
—¡Estoy harta! —vociferó la chica con angustia y frustración —. Voy a distraer a la estúpida enfermera, pero más vale que todos estos secretos no pongan en peligro la vida de Yuuji. Nos vemos en tu departamento en un rato, salgan de aquí ahora mismo.
Los dos chicos la contemplaron perplejos.
—¡No se queden ahí par de imbéciles, saquen a Yuuji de aquí! —La castaña salió de la habitación completamente dispuesta a encargarse de su parte del plan mientras que Satoru y Geto tomaban el cuerpo de Itadori y salían rápidamente de allí usando la habilidad de teletransportación de Gojo.
Un segundo más tarde los dos chicos llegaron al departamento del albino. El ambiente dentro de su hogar era minimalista, no contaba con lujos, sólo lo estrictamente necesario para vivir. Geto no se inmutó ante el peculiar gusto de su amigo, estaba más que acostumbrado; sin embargo, hubo algo que llamó su atención: Sobre uno de los estantes de la sala principal había una fotografía de Satoru y Yuuji. Su mejor amigo abrazaba al pequeño peli-rosa observándolo como si fuera su única estrella en el cielo.
Apartó su mirada rápidamente, el gesto era bastante íntimo, uno que jamás creyó que vería en su amigo. Satoru era sencillamente alguien que no pensaba en el amor, estaba bastante absorto en sus entrenamientos, en esa característica personalidad socarrona y animada, despreocupada y ocurrente. Siempre soñó con ser profesor al salir de la universidad y dedicarse a la enseñanza de técnicas, peleas y tácticas de combate con estudiantes que tuvieran la habilidad de luchar contra seres que no fueran estrictamente visibles para el ojo humano normal. Esta nueva faceta era desconocida para Suguro.
—Nobara debería quedarse en esta dimensión para asegurarse de que Yuuji continúe bien —comentó el joven de cabellos blanquecinos mientras observaba con profunda angustia al chico inconsciente en su sofá —. No podemos dejarlo solo. Espero que no tarde demasiado, cada minuto es supremamente valioso y ahora mismo puedo sentir como Yuuji se desliza de entre mis manos con suma facilidad.
—Entiendo... —Fue la contestación de Geto analizando cada palabra de su interlocutor —. Pero sé que mentiste antes, te conozco tan bien que puedo intuirlo. Si requieres de nuestra ayuda lo más prudente es que te sinceres. Este asunto es lo suficientemente grave como para que estés ocultándonos detalles, Satoru.
Las pupilas azules de Gojo viajaron a las pequeñas rendijas color marrón de su amigo. Por un momento creyó que su propio rostro era un libro abierto el cual Geto podía leer con facilidad; no obstante, el reproche de su ego le impedía ser sincero. Tenía miedo de perder el respeto de sus amigos por haber fracasado en vencer a La Oscuridad, pero ahora mismo le aterraba muchísimo más perder a Yuuji.
El amor era nuevo para Satoru; un cúmulo de nuevas sensaciones que lo obligaba a cuestionarse su existencia, pero que al mismo tiempo la complementaba. Tan contradictorio como pareciera, le hacía sentirse cálido. Al inicio de su relación intentó huir por la intensidad de sus emociones... No entendía por qué su corazón se aceleraba cuando el pelirrosa estaba cerca, o el por qué disfrutaba con sólo verlo sonreír. Había estudiado sobre la atracción en sus clases de física, pero jamás pensó que él mismo resultaría siendo la viva prueba de que la teoría realmente era cierta.
A casi cinco meses desde que toda esta vorágine de sentimientos había iniciado, entendía que Itadori había llegado a su vida con un propósito: Darle luz. Porque bajo aquella faceta jocosa que sus amigos siempre habían percibido, se hallaba una inmensa soledad. Justo ahora no tener a su querido Yuuji le hacia sentir consumido por sus propias sombras.
Tenía miedo de amar, de ser vulnerable; pero tenía mucho más miedo a perder...a perderlo... y esto en sí mismo no se comparaba en absoluto con la sensación de fracasar en una batalla; era tan distinto que su corazón parecía doler con el solo hecho de pensar que se lo estaban arrebatando.
¿Qué era su orgullo en comparación con la persona que amaba? Sí, lo amaba, y la confirmación de sus sentimientos cayeron sobre él como un balde de agua fría. Ahora que el chico no abría sus ojos, sabía con certeza que quería seguir pasando momentos a su lado, pero de no llegar a tiempo, el Rey lo despojaría de cualquier posibilidad de que aquello sucediera.
—Tengo que irme —Se levantó de golpe, la angustia, el amor y el terror haciendo eco en su pecho como un poderoso mantra.
Geto lo observó y rápidamente dirigió su mirada al peli-rosa. No había cambios en su estado, sin embargo, Satoru parecía alterado. Supo que no le contaría su secreto en ese momento, pero ya no le importaba, lo que había presenciado le bastaba para entender que su amigo tenía sentimientos por el pequeño Yuuji.
—Nobara aún no está aquí, ¿Estás seguro de que quieres dejarlo solo?
—Ella ya está aquí —replicó Gojo empezando a prepararse para conectar con la energía de Itadori y viajar hasta allí siguiendo los rastros que quedaban de ella.
Un momento después se escuchó como la chica golpeaba la puerta. Cuando se halló dentro corrió hacia el chico inconsciente y palpó nuevamente su temperatura. Su frente estaba cubierta en sudor frío, sus manos completamente heladas y duras al tacto. No parecía llegar circulación a ellas.
—Suerte que vives cerca, Satoru. Ahora apresúrense y vuelvan a salvo los tres... —La menuda mujer apretó los labios y silenciosamente les envió su fuerza. La tensión de la habitación podía cortarse con un cuchillo si esta fuera una presencia palpable.
Satoru le sonrió con agradecimiento, se sintió afortunado de tener amigos así. Asintió con la cabeza y sintiendo la fuerza de su amiga recorrer su cuerpo, cerró los ojos y se concentró en la energía de Itadori. Se afianzó aún más en la compañía inquebrantable de su mejor amigo, y sin más dilación siguió los vestigios de la energía del corazón de Yuuji.
Esta vez se sentía diferente, esta vez vencería.
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Eclipse
Mystery / ThrillerEl secreto de una maldición de años traerá consigo una revelación. La muerte del ego, el conocimiento de una nueva fuerza y el inmenso deseo por salvar a quien ama, serán las armas más poderosas con las que Satoru Gojo contará. ¿El tiempo le será su...