Gojo no desaprovechó el momento, sus seis ojos le permitían saber lo que estaba sucediendo, y aunque el hecho de que Itadori lo hubiera sorprendido usando un poder que no sabía que poseía, en este preciso instante pensar en ello era inútil; debía arrebatarle al Rey la esfera dorada y recuperar el alma del chico.
Se movió rápidamente, dándose cuenta que su enemigo se encontraba en el suelo agonizando debido a una amplia perforación en su pecho que dejaba ver el espacio a través de él. El nivel de energía maldita que había dejado el ataque de Yuuji, Gojo lo encontró sencillamente cautivador. Una razón más a la lista de fascinaciones que el pelirosa le producía.
El albino tomó la esfera que había caído lejos de las manos del rey durante el ataque. Lo hizo con tanta delicadeza que le fue inevitable no embriagarse en la dulzura y calidez que emanaba. Esta era la esencia del que se había hecho adicto, y el pensamiento entibió su corazón, el corazón que momentos antes había negado que tenía.
Percibió al Rey moverse y se posicionó justo al lado del cuerpo maltrecho de su contrincante.
—¿Algunas últimas palabras?
Los ojos oscuros de su interlocutor al encontrarse con la mirada azul cielo de Gojo, parecieron arder con una cólera más grande que el mismo infierno.
—¿No? Cómo quieras... seré yo entonces de quien las escuches —Sentenció Satoru guiñándole un ojo —. La maldición que nos pusiste a mí y a todos mis antepasados, te doy crédito, fue una buena jugada... pero carecía de conocimiento, ¿sabes por qué?
El Rey quien cada vez parecía mas lejano a su propia conciencia, frunció el ceño en respuesta. Su expresión de aversión no parecía abandonar su rostro a pesar de encontrarse al borde de la muertê.—Aunque te llevaras mi alma y la de todos los de mi clan, la técnica de los seis ojos no es solo inherente al alma si no al cuerpo físico ya que es heredada. Jamás hubieras podido controlar mi habilidad ni en una sola fracción de su poder... —Satoru se arrodilló frente al rostro moribundo del Rey —. Algo tan básico que ni siquiera sabías... qué vergüenza. Ahora te irás al otro mundo por cuenta del poder que tanto deseabas obtener, ¿irónico, no?
Gojo solo observó un momento más y el cuerpo explotó. La sombra de quien había sido su némesis ahora no era más que una mancha negruzca empapando la superficie.
Sin perder tiempo se acercó a Yuuji quien se encontraba completamente inconsciente con su cabeza apoyada en el regazo de Geto. Al acercar la esfera esta inmediatamente se transfirió al pecho del pelirrosa y su extremidad ennegrecida recobró su estado y color original.
—Satoru... —Geto siempre había sabido interpretar las emociones de su amigo con suma facilidad —. Sácanos de aquí, Itadori necesita descansar y tú también.
—No estoy cansado, gracias a Yuuji vencerlo fue pan comido —Tomó al más joven entre sus brazos e incorporándose se dedicó a contemplarlo: El color de su piel dorada estaba regresando, sus labios entreabiertos dejaban salir una respiración constante y tranquila lo cual causó una discreta sonrisa en el albino —. No tenía idea que poseía esa clase de poder.
Suguro se levantó, el gesto no le pasó desapercibido y se alegró genuinamente de ver esta nueva faceta en él.
—Es extraño que no lo hubieras percibido. ¿Cuánto tiempo llevan saliendo?
La pregunta lo tomó por sorpresa; su mejor amigo le estaba hablando de manera directa de aquello que tanto le había costado aceptar y entender.
Satoru contaba con una habilidad más que especial: Sus ojos. Con ellos podía ver las cosas de manera distinta a un hechicero normal, los movimientos y colores tenían un aspecto más amplio, notaba incluso el suave vaivén de las alas de un mosquito, la energía que producía una persona, la tibieza de un cuerpo como si se tratara de una cámara infrarroja. Yuuji había potencializado su visión, no quizás de forma literal, sencillamente le dio sentido a todo lo que le rodeaba, otorgándole un significado diferente y mucho más profundo. El amor era un concepto que trajo consigo claridad a su existencia.
Comprendió la vida, el como se empeñaba Yuuji en protegerla. Sus valores y moralidad le habían parecido al principio algo utópicos pero ahora que él mismo había estado a punto de perder a Itadori, comprendió más profundamente que nada te devolvía una vida. Ni siquiera su propio poder.
—Algunos meses... —respondió mientras se concentraba en salir de ese lugar. El pequeño Yuuji necesitaba descansar y recobrarse de aquel traumático momento. Ya se encargaría después de entender por qué no había sentido la energía maldita de su chico.
—No tienes que ponerte incómodo —Geto le dio una amistosa palmada en la espalda, y todos juntos se transportaron nuevamente al departamento del peli blanco.
Al llegar allí el itadori en los brazos del albino desapareció en pequeños fragmentos dorados que se unieron al Yuuji de esa realidad.
—¡Están aquí! —profirió Nobara con emoción observando cómo Yuuji volvía en sí —. Todos están aquí, maravilloso. ¿Itadori, estás bien?
Los ojos marrones del más joven se abrieron con lentitud, su cuerpo de inmediato sintiéndose pesado. Las secuelas de lo que había sucedido llegaban una a una como si su células estuvieran cargando y procesando la información de todo lo que había sucedido en la otra dimensión. Buscó de inmediato lo único que sabía que podría reconfortarlo y sus pupilas se dirigieron al chico alto que caminaba lentamente hacia él con una expresión de preocupación, adoración y alivio.
El contacto visual causó que cada parte de su ser le reclamara entrar en contacto con el cuerpo tibio y fuerte de Gojo, como un trueno cargado de electricidad y necesidad. No tenía nada que ver con algo pasional; sencillamente se trataba de la urgencia innata de haber recuperado algo que creyó perdido para siempre. Era tan poderoso su sentir que pudo percibir que el albino replicaba sus sentimientos con completa exactitud.
Nobara se alejó, sabía perfectamente que lo que necesitaban era estar solos. La intensidad de lo que sentían podía leerse a kilómetros y entendió tan bien como Geto que debían retirarse.
Se levantaron y caminaron hacia la salida del departamento, ninguno de los dos enamorados pareció notar su ausencia. Era como si existieran en un mundo completamente exclusivo en el cual solo podías percibir a tu persona especial.
Al cerrar la puerta tras ellos tanto Nobara como Geto se dirigieron una pequeña sonrisa. Ambos sabían a la perfección que necesitaban explicaciones por parte de Satoru, pero ya vendría el momento de darle fin a sus cuestionamientos.
—Espero que Yuuji se recupere pronto. Parece bastante conmocionado —Observó la castaña con preocupación.
—Acompáñame, te diré todo lo que sucedió en la otra dimensión —Ofreció Suguro con amabilidad. Sabía perfectamente que la chica tendría muchas preguntas y lo más justo era dejárselo saber —. Estoy convencido de que Satoru sabrá cuidar de Itadori a la perfección.
Kugisaki dejó escapar un suspiro, pero dejándose guiar por Geto accedió. Después de todo necesitaba entender por qué Yuuji terminó enredado en todo esto.
—¿De verdad Gojo lo ama? ¿Él es capaz de amar realmente a alguien?
Geto la estudió con la mirada, su semblante era serio, inquisitivo, pero estaba seguro de que ella misma conocía la respuesta.
—Más de lo que tú o yo podríamos llegar a imaginar...
━━━ ∘•∘ ✧♡✧ ∘•∘ ━━━
© Créditos de la imagen a quien corresponda.
ESTÁS LEYENDO
Eclipse
Mystery / ThrillerEl secreto de una maldición de años traerá consigo una revelación. La muerte del ego, el conocimiento de una nueva fuerza y el inmenso deseo por salvar a quien ama, serán las armas más poderosas con las que Satoru Gojo contará. ¿El tiempo le será su...