CAPÍTULO X

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Las sábanas cubrían el cuerpo de Itadori quien había caído rendido debido al cansancio físico y mental que experimentó en las últimas horas. Su respiración era tranquila y Gojo no encontró ningún sonido más pacífico que pudiera superarlo.

El albino se encontraba a su lado, sentado con un libro sobre su regazo. Las mantas cubrían su cadera y piernas. Había pasado varias horas observando descansar al chico más joven y el simple hecho de ver su rostro tranquilo le provocó una sensación cálida en el pecho.

Toda esta experiencia le brindó una perspectiva completamente diferente sobre la vida en sí misma y consideró que era una lección valiosa que le permitió tener un aprendizaje importante.
El hecho de tener a Yuuji a su lado le hizo comprender lo afortunado que era; sin embargo, el miedo de que su paz fuera arrebatada aún estaba presente. Todo en ese instante parecía frágil y efímero.

Recordó sin poder evitarlo el momento en que lo besó; había sido tan solo unas horas antes pero todo fue tan intenso que creyó que podría huir por la magnitud de sus sentimientos. Era tal la necesidad de estar cerca de él que creyó perder el control de sí mismo y aquello lo aterró al punto de querer desaparecer.

Era plenamente consciente de la manera en la que el pelirrosa se entregaba a él: lo hacía incondicionalmente, con un amor pleno y valiente, majestuoso y sin reservas, casi como lanzarse en medio del mar abierto sin ningún tipo de protección, pero con la seguridad de que no te ahogarías. Aquello despertó una alerta en su interior, ya que Yuuji estaría en peligro inminente si continuaba a su lado...

¿Acaso era justo para él? ¿Para ambos? ¿Podría salvarlo si algo malo le ocurría? Ya había fallado una vez... ¿Qué le garantizaba que no volvería a suceder?

Cuando el beso terminó intentó esconder sus sentimientos con un comentario divertido. Había tensión en el ambiente, pero el hecho de disipar la atmósfera con humor pareció funcionar; aunque algo dentro de él le advertía que estaba equivocado.

Su teléfono vibró y sin pensarlo sus ojos azules viajaron a la pantalla del celular. Alivio recorrió su cuerpo al leerlo, su corazón pareció calmarse.

Salió de la cama lo más suavemente que pudo y respondió el llamado.

—Suguro... —musitó con alivio, como si hubiera sido salvado de una tormenta de pensamientos que amenazaban con enloquecerlo —. ¿Por qué no estás descansando? Es de madrugada.

—Le conté todo lo que ocurrió con La Oscuridad a Kugisaki, merecía saberlo —Hizo una pausa esperando que su interlocutor dijera algo, no obstante, pudo notar el estado de ánimo de su mejor amigo casi de inmediato—. Satoru, ¿te encuentras bien?

Una fracción de segundo más tarde y después de un sonoro suspiro Gojo respondió:

—Te mentí, lo sé, no quería que supieran que moriría si Itadori también lo hacía y lo lamento... además oculté que había luchado contra La Oscuridad y fracasé en el intento. Es por mi culpa que Yuuji tuvo que sufrir tanto...

Geto estaba seguro por el tono que empleó su amigo que le había costado confesárselo. Aún existía un dejo de molestia en revelar algo que se había escapado de su control y de su responsabilidad por mantener la imagen del "más fuerte", pero también existía culpa por la manera en la que se habían dado los acontecimientos.

—Eres el hechicero más poderoso para todos, Satoru, siempre lo serás sin importar si te han vencido. No es necesario que te tortures a ti mismo con lo que sucedió. Yuuji está bien, todo está bien ahora.

Tanto Itadori como Geto aliviaban poco a poco la carga sobre sus hombros impuesta por aquel título que siempre quiso mantener. Le gustaba saberse invencible, fuerte y poderoso, pero aquello venía con un peso que lo había sobrepasado por completo en muchos sentidos.

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