Capitulo IV

48 5 0
                                    

Era doloroso el ardor en su pecho. La sensación abrazadora le estaba robando la energía desde su Interior. Cada minuto era agonizante, tortuoso y delirante. Su mente parecía moverse de forma inquieta, pero su cuerpo estaba perdiendo poco a poco la movilidad.

Observó con detenimiento una de sus extremidades, sus dedos lucían de un tono cenizo oscuro, como si hubieran sido calcinados. No lograba percibir su mano, algo le hacía sentirse desconectado de su cuerpo, y aquello no era bueno, sencillamente era una mala señal.

Sentía el sudor mojándole la frente y la parte baja de la espalda y dirigió su mirada a las dos serpientes en forma de humo ennegrecido girando alrededor de sus pies como dos pesados grilletes que lo privaban de su libertad. Angustiado por todas las sensaciones que lo abrumaban, y con un inmenso deseo por salir de aquella situación, decidió que no permitiría a La Oscuridad salirse tan fácilmente con la suya. Quizás él no tuviera poderes, lo que causaba que estuviera en una seria desventaja, pero aún así no le daría el gusto de acabar con él tan fácilmente.

Con su mano sana palpó una de las serpientes con mucho cuidado, necesitaba saber a qué se estaba enfrentando. Se detuvo con cautela antes de sentirlas y tomando una respiración profunda alargó su dedo indice y al acercarla a la criatura percibió una pequeña corriente que fue tornándose más agresiva hasta convertirse en electricidad. rápidamente retiró su dedo y se dio cuenta de que estaba completamente atrapado. El pensamiento le abrumó por completo y se sintió ínfimo ante sus circunstancias.

Intentó pensar en una solución, pero las dos pequeñas sombras girando en sus tobillos terminarían por detonar alguna explosión o un nivel de electricidad tan fuerte que acabarían con su vida.

Frustrado, asustado e inquieto buscó a sus alrededores tratando de encontrar herramientas que le permitieran escapar de ese lugar. Sus pupilas se centraron en un punto, uno que antes había ignorado y ahora mismo no entendía por qué lo había hecho. Allí, justo en un rincón un cuerpo gaseoso se hallaba, enredándose con las penumbras que habitaban en aquella extraña caverna.

La Oscuridad se cernía ante sus ojos, y a pesar de no contar con un rostro, de alguna manera pudo notar cómo sonreía. Su cuerpo tembló levemente y el ardor en su pecho se intensificó. Cerró sus ojos, el dolor era insoportable; se removió inquieto en su lugar intentando apaciguarlo, pero era en vano, nada funcionaba; al contrario, su entumecimiento ahora se había extendido hasta su antebrazo.

—Maldición... —musitó mientras agonizaba. Podía sentir como perdía las fuerzas y todo le daba vueltas.

—Gracioso, muy gracioso... —La voz que pronunció aquellas palabras se aproximó lentamente desde el ángulo contrario a donde se encontraba La Oscuridad. El pelirrosa no logró discernir su rostro, solo la parte baja de su cuerpo —. Que el amor sea la razón por la que estés aquí, Itadori Yuuji.

Escuchó como tronaba sus dedos, y como si de magia se tratara todas sus dolencias desaparecieron.

—¿De... de qué rayos estás hablando? eres... —Se detuvo entornando la vista y pudo ver al mismísimo Rey de Las Sombras de pie ante él. Su aspecto era majestuoso, podría reconocerlo incluso en su estado. Su rostro era ovalado, nariz recta y ojos pequeños, pero aquellas pupilas carecían de color; en su lugar una exorbitante oscuridad habitaba en elllas, como si ningún tipo de luz pudiera penetrarlas.

—Eres muy listo... —Sonrió con altivez mientras daba un par de pasos hacia el joven aprisionado —. Puedo ver por qué Satoru Gojo te ama... pero sin duda su peor error fue hacerlo, ¿no lo crees?

—No —replicó Yuuji tajante. No sabía cómo se defendería, pero una rabia parecía crecer en su interior como un tsunami. Apretó los dientes, mirando a su interlocutor con una furia que no sabía que poseía y deseó con todas sus fuerzas poseer algún tipo de habilidad que le permitiera herirlo y salir de allí—. El único error aquí eres tú.

Una risa irónica fue lo único que obtuvo como contestación.

—El orgullo del clan Gojo fue demasiado alto comparado con esto... —Sus manos señalaron hacia la criatura gaseosa quien parecía disfrutar del espectáculo frente an ella —. Tú mejor que nadie debes saber que Satoru y su familia aprecian tanto su poder que incluso sacrificarían a quienes más aman con tal de conservarlo.

Yuuji sabía la historia; el albino se la había confesado meses atrás. Ambos se habían enamorado lentamente, quizás como leer un libro en el que poco a poco vas interesándote en su historia hasta no poder soltarla; o como una danza en la que te sincronizas al compás de tu acompañante. Todo fue inesperado y sus vidas fueron encajando una a una como piezas de un rompecabezas. No fue fácil, sobretodo no lo fue para Gojo, quien pareció descubrir un mundo nuevo lleno de colores y emociones luego de conocerlo.

Poco a poco fue creciendo en el pecho del albino una calidez que no podía ignorar. Siempre le mencionó a Itadori que su luz compensaba sus sombras y que tenerlo en su vida era como vivir un eclipse.

Aunque ahora mismo las penumbras lo envolvieran todo...

El pelirrosa sabía de la maldición y en aquel momento no tuvo ningún reparo en aceptar su destino como el amante del oji-azul. El estar con su amante le hacía sentir poderoso, protegido, nada podía separarlos, ni siquiera aquella ancestral maldición. Porque precisamente cuando el amor te embarga eres incapaz de ver más allá de la realidad... paradójicamente ahora mismo su alma se encontraba en poder del hombre que había hecho que el clan Gojo sufriera.

—No va a perderlo, él vencerá —La vehemencia con la que pronunció esas palabras le hizo sentir imponente y poderoso en esos momentos. Creía en Satoru y en lo que sentían el uno por el otro, su relación era secreta pero incluso el peso de esa reserva no cambiaba la intensidad de su sentir.

—¿Cómo? —Soltó con burla —. Si su ego aún es tan grande que incluso le mintió a sus amigos...

Itadori lo observó frunciendo el ceño levemente, la confusión apoderándose de sus facciones. ¿Mentir? ¿Por qué el albino haría algo como eso en un momento así?

EclipseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora