Capítulo 5: Noah dice

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Estoy en tantos problemas. Suelo meterme en problemas con facilidad, pero estaba alcanzando nuevos niveles de complejidad en mi vida y en cosas que deberían ser extremadamente fáciles. Podría incluso considerarse una buena opción huir u ocultarme hasta que todo se resuelva por sí solo.

Me senté en uno de los bancos de la cocina, con mis manos sobre el mesón y un vaso de jugo de manzana. Me di cuenta de que había manzanas en un tazón, manzanas bordadas en las puntas de las toallas de cocina, manzanas en el delantal, su trasero perfecto era como una redonda y jugosa manzana.

¡Por Dios, en qué rayos estaba pensando!

—¿Se puede saber en qué estás pensando?

—En ti. —Contesté sin pensar—. No, quiero decir, sí. En realidad, no, no estoy pensando en ti en absoluto.

Se cruzó de brazos y frunció el ceño observándome acusadoramente. Estaba enojada. No es que no tuviera razón suficiente para estar enojada conmigo, aun así, a veces quisiera que pudiéramos resolver las cosas como dos personas adultas y civilizadas.

—No lo hice a propósito. No es mi culpa que estuvieras desnuda. ¿Por qué estabas desnuda en primer lugar?

—Estaba en mi casa, en mi cuarto, y acababa de tomar un baño.

—Sí, pero no tenías por qué estar desnuda en tu cuarto, pudiste haberte vestido en el baño o en tu armario, he visto el tamaño, ese lugar es enorme.

—Ese no es el punto. —Dijo enojada—. La puerta estaba cerrada, incluso Noah sabe que debe tocar antes de entrar.

—Toqué.

—¿Y no se te ocurrió esperar que yo contestara? No te autoricé entrar a mi habitación.

—Ok. Lo siento. No volverá a pasar.

—Por supuesto que no. La próxima vez no me va a importar lanzarte cualquier cosa directo a la cabeza.

La miré con atención. Llevaba un sweater celeste y un pantalón blanco demasiado apretado. Un fugaz pensamiento hizo desaparecer mis miedos.

—¿Por qué estabas desnuda? —Pregunté otra vez.

—¿Perdón?

—Toqué la puerta, entré y no hiciste nada para evitarlo. Incluso podías haberte metido al baño o lanzarme algo como acabas de decir. Querías que te viera desnuda ¿no es así?

—Esto es increíble. No puedo creer que esté teniendo esta conversación.

—Tengo suficientes motivos para dudar de ti, quizá querías meterme en problemas para echarme de tu casa.

—No debiste entrar en mi habitación. Eres una idiota mal educada y no tienes ningún respeto por mí. Entraste abusivamente y te quedaste allí parada observándome...

—Sí, sí, ya entendí, soy una pervertida, pero te agradecería que dejaras de exponerte ante mí mientras Noah y yo estemos aquí. Soy una persona decente.

Apretó las manos con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. Algo me decía que la única razón por la que no me había prendido fuego o cortado en pedacitos con su lujosa colección de cuchillos era por Noah.

—Ok. Lo siento —me disculpé sinceramente—. No voy a molestarte nunca más. Lo prometo.

—Tus promesas no tienen ninguna validez para mí. Solo tolero tu frustrante presencia por amor a mi hijo.

—Quería disculparme contigo.

—¿Por qué razón harías tal cosa?

—Noah me lo pidió.

Tú ganasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora