4- Sireno de mi corazón.

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—Siempre te veo

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—Siempre te veo.

Cuando escuché esa voz quedé asustado y me sumergí en mi hogar. El océano es mi casa y aunque mi vida es tranquila, también es aburrida.

—¿¡Donde has estado?! —me grita mi padre enojado. El rey de los océanos.

—Estaba…

—¡En la superficie! ¡No te atrevas a mentir Gulf! —me regaña con gran enojo.

—No me atrevo. Tu todo lo sabes ¿Cómo podría mentir? —le respondo volteando mi rostro.

—¡No vuelvas a subir a la superficie! ¿¡Crees que quiero ver al más pequeño de mis hijos muerto?! ¡Si olvidaste cómo murió tu madre te lo recordaré! ¡Murió en manos de esos salvajes de dos piernas!

Cuando me recordó aquello mordí mi labio inferior. No dije nada y solo hice una pequeña reverencia y me fui a mi lugar secreto.

—¿Qué te pasa Gulf? —me pregunta Hazard, mi pequeño pez amigo.

—Padre me ha regañado, me descubrió que estaba en la superficie.

—Ya no vayas, ese mundo es horrible. Ya ves como nos ensucian con basura. Como tiran los esqueletos de nuestros amigos al mar para recordarnos que siguen siendo unos salvajes y que debemos tenerles miedo.

—Lo sé, pero me sigue gustando ese lugar. Cuando estoy sobre las rocas y el sol toca mi cola me brinda calidez. Además, miro al chico guapo y estoy seguro de que hoy me vio.

—¡Gulf! ¡Eso es muy peligroso! ¡Oh, no! ¡Eso quiere decir que pueden estar listos para cazarte! ¡Te prohíbo subir otra vez!

Hazard me seguía regañando moviéndose de un lugar a otro y no se dio cuenta de que se quedaba hablando solo. Empecé a sonreír hasta que mi sonrisa se ve apagada por una gran sombra en la superficie.

Iba a nadar para mirar qué era, pero las palabras de mi padre y Hazard venían a mi mente. ¿Debo dejar de tener curiosidad por ese mundo? Es mejor dejar de provocar disgusto a mi padre.

Cuando me iba a devolver unas luces adornaban los cielos y eso fue suficiente para ir tras esa sombra.

Al llegar a la superficie un enorme barco tenía una celebración. Nade y como pude me asomé a mirar que celebraban. Mi sorpresa fue grande cuando vi a aquel joven que he visto muchas veces pasear y me pidió salir.

—¡Feliz cumpleaños príncipe Mew!

—Muchas gracias, pero no era necesario que armaras una fiesta, cumplir 21 años no es motivo de orgullo.

¡Oh! Así que es un príncipe, se llama Mew y hoy cumple 21 años. Es realmente muy guapo. Lo miraba conversar y reír. Su sonrisa me cautiva y me dan deseos de saludar.

De pronto el barco empezó a moverse de forma brusca. Y yo caí al agua nuevamente. Al salir a la superficie, el barco estaba por volcarse.

—¡No me quisiste escuchar!

"Minicuentos" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora