CAPITULO 5

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Mientras la luna se alzaba en el cielo, Thomas, decidido, se dirigió a los esclavos. Todos estaban reunidos en el granero, sus rostros marcados por el cansancio y el sufrimiento. Thomas los miró a todos, su corazón latía con fuerza en su pecho.

-"Necesito vuestra ayuda", comenzó Thomas, su voz era firme y decidida. "Sé que muchos de vosotros conocéis a Alika, y sabéis que ella ha huido."

Un murmullo recorrió el lugar. Los esclavos se miraban unos a otros, la preocupación era evidente en sus rostros.

-"Alika está a salvo", continuó Thomas, "pero necesita nuestra ayuda. Y yo... yo necesito la vuestra."

Los esclavos se quedaron en silencio, mirando a Thomas con incredulidad. ¿Estaba pidiendo su ayuda? ¿Él, el hijo del amo?

-"Sé que mi padre os ha tratado mal", dijo Thomas, "y sé que no tengo derecho a pediros nada. Pero os prometo que si me ayudáis a encontrar a Alika, haré todo lo que esté en mi mano para cambiar las cosas."

El silencio se hizo aún más profundo. Thomas continuó.

-"Tengo un amigo en el poder. Está en contra de la esclavitud y me ha prometido que si le llevo pruebas de lo que está sucediendo aquí, hará todo lo posible para liberalos."

Los esclavos se miraron unos a otros, sus ojos llenos de esperanza. ¿Podría ser verdad? ¿Podrían ser libres?

-"Pero necesito vuestra ayuda", repetía Thomas. "Necesito que os unáis a mí. ¿Lo haréis?"

Los esclavos se quedaron en silencio un momento más, luego, uno a uno, comenzaron a asentir. Estaban dispuestos a arriesgarse, a luchar. Por Alika, por su libertad, por un futuro mejor.

Y así, bajo la luz de la luna, nació una alianza inesperada. Una alianza que cambiaría el rumbo de sus vidas para siempre.

Corazones EncadenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora