Capítulo 4

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—¡Quedan cinco minutos! -anunció el profesor Wilbur.

Un fuerte «¡No!» se oyó en el salón junto con el sonido incesante de los bolis siendo pasados furiosamente sobre las hojas, entonces se escuchó el sonido de un papel rasgándose seguido de un «¡Mierda!».

—¡Señor Arthur! Una palabrota más y le suspendo el examen, no importa que tan perfecto sea -espetó el profesor con su imponente tono. —¡Tres minutos!

Teddy, Neil y yo dejamos los bolis con violencia sobre el escritorio y nos levantamos al mismo tiempo para entregarle la hoja al profesor, este nos miró casi con alegría, casi pues el profesor Wilbur era un hombre a quién  le era complicado demostrar alguna emoción de manera superficial, se mostraba siempre severo, eso ayudaba a que todo el mundo atendiera a su materia, pero a diferencia de las otras veces, esta era una mirada distinta, posiblemente también se debe a que ya era nuestro último examen con él.
Al tener las tres hojas en su manos nos permitió retirarnos, como si de el Medievo se tratas, nos despedimos teatralmente haciendo reverencia y nos retiramos haciendo el mínimo ruido.

—Uuff, una materia menos ¿Cuántas quedan? -preguntó Neil caminando en reversa frente a nosotros.

Teddy observó dentro de su agenda. — Dos, eso quiere decir dos exámenes más y luego de esos la tesis.

—Por ahora yo solo quiero café -dije soltando un pesado suspiro mientras caminaba rápidamente al kiosko del complejo. —Hola,e da un...

—Uno negro, un mocca y un chocolate caliente, ¿Cierto? -preguntó el señor con una sonrisa, pues él había sido nuestro proveedor en esas largas jornadas de clases y ya nos conocía bastante bien.

—Si -sonreí sintiéndome algo apenada ante tal detalle de atención, era muy bueno con sus clientes. Busqué el dinero y pagué cuando me entregó los tres vasos. —Quedes con el cambio -dije para irme rápidamente, había dejado un billete gordo y no quería que me reclamara, sería un agradecimiento por tanto tiempo y buen servicio.
Busqué a mis amigos con la mirada y los encontré en una de las mesitas de cemento que había en el jardín, fui con ellos y me dejé caer al lado de Teddy, Neil estaba encima de la mesa como si posara para una revista.

—Las personas se mal acostumbran con las propinas gordas -suelta Neil mientras limpiaba los vidrios de sus gafas oscuras. —Después si les das menos o nada, se enojan.

—Dejala querido, es muy gentil de su parte ser tan generosa -me tomó de la mano dando un suave apretón. —No le hagas caso al enojón este, eres maravillosa.

Yo le sonreí. —Muy bien, mocca para mí, chocolate para ti Teddy y el café negro como su alma, no sé si te lo merezcas Neil... -fingí estar dudosa con el vaso aún en mi mano.

Neil se sobresaltó, dejó caer sus gafas en la punta de su nariz para así mirarme fijamente sin los cristales de por medio. —Por favor, perdóname la vida si dije algo que te molestara, pero a mí café no lo metas. -imploró teatralmente con sus rostro cerca del mío mientras me tomaba de las solapas de la chaqueta.

—Eres un payaso. -le di un un beso en la mejilla, el cuál lo dejó K.O pues él no solía ser muy abierto a las demostraciones de afecto y deposité el vaso al lado suyo. —¿Tenemos algo más aparte de la clase con la profesora Lillian?

Teddy observó su agenda de nuevo mientras negaba. —No, nada, solo una hora de ortografía completa y listo.

—AAAAGHHHH QUE HORROR -se quejó nuestro sombrío amigo dejándose caer recostado sobre la mesa.

Yo subí para sentarme a un lado de él, primero le tomé una foto ya que tenía pose de un hombre convaleciente en una pintura renacentista, luego le di un sorbo a mí café y comencé. —Dime Neil, ¿Por qué elegiste esta carrera? Siempre te quejas de todas las materias.

Arriésgate Por Mí |#2|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora