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Eras la mujer más exasperante que jamás había conocido. Tu arrogancia lo volvió loco, tus comentarios sarcásticos le endurecieron la mandíbula y tu trasero...
Bueno, fue perfecto.
Esa fue la parte más frustrante. No importa cuánto te odiara, Carlos te deseaba con la misma intensidad. Eras tan jodidamente... perfecta. Con un par de uniformes estándar, podrías ser una modelo de pasarela, y con un rifle colgado del hombro, le traías pensamientos obscenos a su mente. La suave hinchazón de tus senos, la curva de tu cintura y tu trasero tonificado... perseguían sus sueños e interferían en sus trabajos diarios.
Solo tomó una mirada superficial a tus caderas que se balanceaban naturalmente, antes de que perdiera la guardia y un infectado lo atrapara. Gritando una serie de maldiciones, hundió el codo en la garganta de la cosa, retorciéndose y luchando por liberarse de su agarre.
Tres ráfagas de disparos y la cosa quedó inerte en sus manos.
Soplaste el humo de tu pistola con una pequeña sonrisa y sacaste la lengua para mojar tus labios. "Cuida tus seis, Oliveira."
Carlos sólo pudo fruncir el ceño mientras su polla se movía.
Pasó el resto del día arrastrando los pies, haciendo todo lo posible por ignorar todo de ti y concentrarse en la misión. Estaban buscando suministros, registrando cualquier tienda de conveniencia que aún no hubiera sido saqueada. Era un trabajo lento y aburrido, más allá de algunos infectados ocasionales, con poca recompensa más allá de unas pocas latas de comida y un insignificante botiquín de primeros auxilios.
Estaba arrastrando los pies de camino a casa, concentrando toda su atención en la vigilancia, escuchando los sonidos reveladores de los no-muertos, casi decepcionado cuando no apareció ninguno.
