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Lo habías evitado toda... la jodida... semana.
Había sido la fiesta navideña en los laboratorios Arklay y te habías prometido a ti misma que no beberías... Excepto...
Lo hiciste. DEMASIADO.
La pesadilla de tu existencia realmente había hecho acto de presencia. Cabello rubio peinado hacia atrás de la perfección... Abrigo negro... Camisa roja que estaba apenas un tono por encima de la sangre y que estaba desabrochada justo debajo de sus clavículas. Odiabas a este hombre con cada fibra de tu ser durante las horas normales de vigilia. Peleó contigo en casi todo. Horarios de atención, recortes presupuestarios, horarios de reuniones del personal... INCLUSO qué tipo de muffins deberían tener en la sala de descanso. Habían sido años trabajando codo a codo con el pomposo idiota... Años de ver su cara engreída...
Pero esa noche, con la ayuda del alcohol, tu mente admitió ante sí misma que también habías evitado durante ese tiempo. Lo encontraste increíblemente atractivo. La parte exasperante fue que parecía saber que lo era, empeorando el problema de actitud entre ustedes dos.
Lo que no sabía era por qué un tipo nada más y nada menos que tú lo había acorralado esa noche. O por qué tu boca contra la suya de una manera tan hambrienta y devoradora, lo puso tan duro que tuvo que quedarse atrás cuando te alejaste por el pasillo luciendo como un gato que se había comido un canario. Tampoco sabía por qué había esperado verte al día siguiente, solo para ver que el fuego en tus ojos esa noche se convertía en indiferencia de malta cada vez que te miraba.
