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Tan frío como el hielo y el metal que rodeaban la fábrica. Encajaba perfectamente aquí, pero ¿Cómo se puede culpar al hombre por la forma en que vivió y cómo presumiblemente creció? No se puede forzar la compasión y no se puede generar empatía, pero en algún lugar él tenía que poseer ambas cosas, cómo permitió tu presencia aquí con esa endeble excusa de tener un par de manos extra, sin importar en qué estuvieran ocupadas esas manos.
Sin embargo, tenía sus días, días en los que la compasión se mostraba a través de las grietas, donde encontraba dentro de sí mismo la posibilidad de disfrutar un momento a pesar de sí mismo. Un momento fugaz, una sonrisa, una broma, una acción. Era fácilmente adictivo anhelar esos momentos en los que la línea base de esta aldea había sido sombría y se encontraba bajo el velo de la fatalidad.
No todo era malo, era bueno con las manos. Eso era evidente por los intrincados diseños que había dispersos en la fábrica y no era exactamente tímido para mostrar este rasgo específico cuando se trataba de ti. No del mismo modo que sus otros proyectos, pero te haría gritar de todos modos.
Tu corazón dio un vuelco cuando te sentó en su regazo, con la espalda presionada contra el escritorio y hurgando en algo que no pudiste ubicar de inmediato. Se recostó en su silla, con las manos a ambos lados de los muslos mientras los ojos vagaban descaradamente.
"Estaba pensando..." su voz áspera permaneció en el aire, un brillo bailando en sus ojos mientras te miraba, la travesura jugando en sus labios cuando se curvaron hacia arriba, una acción que te hizo tambalear. "Te he estado descuidando."
