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Durante varios días permaneciste ajena a lo que sucedía en tu ciudad. Pasaste la mayor parte del tiempo encerrada en tu acogedor apartamento de un dormitorio, sin siquiera molestarte en mirar por la ventana o encender el televisor. Sin embargo, todo cambió cuando surgió la aterradora figura y te obligó a salir de tu refugio seguro hacia los peligros desconocidos del mundo exterior.
No estás segura de qué es la cosa, pero sabes que no es algo que quieras quedarte y descubrir. Ya te había herido más de lo que esperabas, dificultando tu escape.
Afuera, te encuentras con una escena de caos total. Las calles carecen de cualquier signo de normalidad y, en cambio, ves hordas de criaturas no muertas moviéndose sin rumbo fijo. Respiras profundamente, agradecido de tener tu confiable arma a tu lado. Sin embargo, tu corazón se hunde cuando te das cuenta de que te estás quedando peligrosamente sin municiones, gracias a tu enfrentamiento anterior con ese monstruo colosal.
Cojeas por las calles destrozadas de la ciudad, con la esperanza de encontrar al menos a una persona normal. Pero no estás rodeada de nada, de zombis hambrientos y devoradores de personas. Definitivamente no es como querías pasar la noche.
Definitivamente, al menos era más fácil lidiar con los zombies. Pero te estás quedando sin balas rápidamente. Independientemente de tu objetivo perfecto en la cabeza, hay demasiados para evitar. Un mordisco es todo lo que necesitas, incluso un simple rasguño y estarías acabada. Simplemente no podrías salir de esto sin los suministros adecuados.
