El presente es el camino forjado por el pasado, ¿cierto?
Aunque el futuro sea emocionante y el presente sea el reto, el pasado es historia sobre cómo hemos llegado hasta hoy. ¡Aprende más sobre los personajes viendo fragmentos de su pasado!
Cada per...
Es de noche, la oscuridad abraza a todos en la habitación, quienes se envuelven entre sus sábanas y se dejaban llevar por el confort que les brindaba la comodidad de las condiciones al descansar... A todos excepto a una chica, de catorce años y cabello blanco, quien estaba sentada frente a una mesa con una linterna en una mano y con la otra iba escribiendo. Era una carta, bastante decorada y con una caligrafía que se notaba el esfuerzo para que se viera lo más hermosa posible. -Hmm... Meg, apaga eso y acuéstate ya... -Le refunfuñó un chico desde una de las camas, medianamente dormido aún. -Shh... Espera un momento...
Aquel que la regañó le dió la espalda e intentó dormir de nuevo. Meg realmente quería que su carta quedara perfecta, el gran día era mañana y no podía esperar más.
Cuando finalmente ese día llegó, los nervios carcomian a la chica por dentro. Frente a ella, aquel que la había ayudado tanto y que durante tantos años se había poco a poco ganado su corazón. En sus manos estaba la carta, ella había pasado toda la noche escribiendola y decorandola, pero llevaba toda la semana pensando en qué iba a escribir, era algo original que reflejara todo lo que ella sentía, y además, era el día perfecto para hacerlo: Día de los enamorados.
Luego de tragar saliva, pensó en lo mejor, después de todo se había armado de valor desde hacía mucho tiempo y ahora que la oportunidad estaba al frente, no pensaba echarse para atrás.
Meg dió un paso al frente y le tocó el hombro al chico, que estaba de espaldas a ella, acomodando su casillero. Éste se giró. -¿Hm? Ah, Meg, ¿Que hay?
El corazón se le detuvo por un momento a Meg al ver la sonrisa del chico... Era tan reconfortante, y tenía un semblante que te hacía querer seguirlo hasta el final. -Hola, Tod... ¿Que tal tu día? -Pues... -Se rascó tras la oreja- No puedo evitar sentir algo de emoción éste día, aunque siga soltero, se siente que el amor está en el aire, ¿no? -Si, yo también siento eso...
Meg sonrió algo tímida, la conversación estaba fluyendo muy bien. La carta en sus manos estaba tras su espalda. -Jajaja, y si al final el día resulta decepcionarnos, ¿Que te parece si le arrojamos agua y luego harina a las casas de los que nos hicieron miserable el rato? -Tod se rió un poco.- Limpiar eso no será nada fácil. -Jajaja, claro, claro.
Meg sentía emoción por dentro. Tod parecía estar disponible y abierto a la petición, incluso parecía estarla incitando a declararse.
Con todo en bandeja, Meg finalmente miró a Tod a los ojos, pero ahora un poco más seria, con una sonrisa que demostraba valor y confianza. -Oye Tod, hablando de eso... -¿Hm? ¿De limpiar agua y harina? -No, eso no, me refiero a lo de acabar el día con un final feliz. -Oohhh, eso. -Tod se aguantó la risa. -Si... Ehm... -Dudó por un segundo, pero se recompuso- ¿sabes algo? -¿Que cosa? -Tod se cruzó de brazos y se recostó al casillero. -Uhm... -Meg estaba ordenando sus ideas en su cabeza. Si las cosas salían bien, podría ganar puntos extra.- Un final feliz en días como éste acaban de forma similar a los cuentos de hadas... -... Eh... -Tod arqueó una ceja- Depende de la situación, hay parejas que terminan como la Cenicienta y otras que acaban siendo más del estilo de Pinocho. -No, no... Jaja, no... -Meg se rió un poco. Tod sonrió.- Me refiero a lo más clásico... Un caballero con una princesa, que se corresponden hasta el fin y que no importa qué obstáculo se ponga al frente, sea una maldición o un dragón... Ambos harán lo posible por mantenerse juntos y que la llama del amor nunca se extinga... -Esa es la Bella Durmiente. -Tod hizo cara de Smug. -Pse... -Meg miró al suelo un momento al sentir que Tod no estaba captando sus intenciones.- Bueno, quizá, pero a lo que quiero llegar es que a mi también me gustaría tener un final como el de ella... -¿Quieres despertar y encontrarte a un desconocido intercambiando saliva contigo? -Tod volvió a reírse un poco.
Meg se aguantó las ganas de gruñir al escuchar cómo Tod estaba ridiculizando algo que debería ser poético. Su paciencia se va agotando de a poco, pero ya estaba por terminar de todos modos. -No hablo de eso... Hablo de encontrar a un valiente caballero que esté tan dispuesto a amarla como ella a él... -¿Con sólo dos minutos de conoc...? -¡En fin! -Meg interrumpió a Tod y exhaló luego de ésto.- Tod... Lo que te quiero decir... No, pedir... No, no... Preguntar si... -... -Si... -Entonces Meg, con los colores subidos al rostro, sacó la carta de detrás de su espalda y se la ofreció a Tod.- ... Te... ¿Gustaría ser mi caballero...? -...
Tod miró la carta y luego a Meg. La tomó y luego, mientras la abría, sonrió. -Vaya, ¿entonces me invitas a tu casa a matar una lagartija y luego besarte mientras duermes? No sabía que tenías esa clase de gustos secretos, jaja. -Jajaja...
La risa de Meg era más por compromiso a no dejar mal a Tod, pero por dentro, se estaba muriendo, se sentía ahogada y le faltaba el aire. Su lenguaje corporal, haciéndose un poco más pequeña de lo normal, demostraba lo nerviosa que estaba. Tod pasó el ojo por toda la carta, sonriendo ampliamente al leer todo lo que Meg sentía y pensaba sobre él. Al final, se puso la carta en el pecho y miró a Meg con dulzura. -Wow, Meg, tu carta me ha tocado el corazón, ¿Todo eso salió de tu cabeza? -Mi cabeza trabajó con el combustible que fueron los sentimientos hacia ti... -Meg se encogió de nuevo al escucharse a sí misma siendo tan cursi. Tod se rió. -Eres una ternura, y lo más chistoso es que te muestras tan fría con todos. -Je... Bueno, entonces... -¿Hm...? -... -Meg se puso las manos tras la espalda y miró a Tod con una sonrisa inocente.- ¿Tu respuesta es...? -Oh, si, que si quiero ser tu caballero. -Ajáp -Meg sonrió con emoción, parecía una niña pequeña. -Humm... -Tod se sobó el mentón y pensó.- Depende. -¿Ah? ¿Depende? -Su mirada se congeló, confundida. -Así es. -... ¿De qué? -Bueno...
Tod se echó para un lado. Dentro de su casillero había un oso de peluche con un corazón, una carta y unos chocolates. Meg se sorprendió al ver eso, y su ánimo comenzó a caer en picado. Tod señaló todo eso mientras seguía mirando fijamente a Meg. -Si mis armas no funcionan con Joy, entonces todo eso será tuyo. -. . .
La sonrisa de Meg cayó lentamente, y la sensación que tuvo en el estómago al escuchar ésto fué horrible, ella sólo quería desaparecer y que la tierra se la tragara allí mismo. Tod por otro lado, lo notó, y su sonrisa ahora pareció más forzada para tranquilizarla. -Hey, hey, no te pongas así, te estoy dando una oportunidad... -Miró a otra parte.- O bueno, casi... -Está bien, déjalo así... -Meg... Eh...
Meg se dió la media vuelta y comenzó a caminar lentamente. Sentía que tambaleaban sus pasos, su respiración era agitada, su cara le ardía, y sus manos temblaban, ella quería llorar, y sentía que si no se apresuraba, todos iban a verla quebrarse, así que aceleró el paso. Tod no pudo hacer más que verla irse, y sentirse confundido, no le entraba en la cabeza su reacción, considerando que él no le había dicho que no. "Las mujeres son raras" pensó para sus adentros.
Al día siguiente, Tod encontró su casa y su auto llenos de lo que parecía ser masa seca... Algo que sólo podría salir de lanzar agua y luego harina…
Voz: Arabella
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