1. Diego y Alex

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DIEGO

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DIEGO

Cuándo mi tía Erminda, me dijo de trabajar durante el verano en la tienda de mi padre caprichos no me importó, sabía que mi vida social se reduciría a mis tortugas Betty y August, y Oliver mi único y mejor amigo, así que no estaría perdiéndome nada.

No tardé en darme cuenta que en un pueblo tan pequeño tendría que sí o sí atender a mis compañeros de clase durante todo el verano, pero lo que mas me tocaba los cojones eran los canis de turno.
Especialmente Alex Perez, que no es de los que se sientan al fondo, no. Es de los que se quedan expulsados medio curso por decirle a un negro "Que no soy racista, maricón de mierda."
Oí que estuvo bajo la tutela del estado porque ni su madre, Puri, lo aguanta.

El negro es mi mejor amigo y no es maricón, pero yo sí.

—Oliver, tú estás tonto —Le dije desde el almacén de la tienda— ¿Cómo vas a encontrar novia por Snapchat? El otro día aún secuestraron a un chaval, y todo empezó por ahí

—No me rayes Diego...

"No me rayes" era una expresión que oía bastante, sobretodo por parte de Oli, que era mucho mas sociable que yo e ignoraba las consecuencias de todo.

—Ya te han enviado una polla ¿No? —Me entró la risa, porque a mí me había pasado.

God bless America

—¡Hostia tío! Cani a la vista, ¡Y de los gordos! -Gritó desde el mostrador.

—A saber —Suspiré resignado mientras subía hacía el interior de la tienda. Oliver ya estaba detrás del mostrador con los ojos cómo platos, y seguí su mirada hacia afuera.

Esos ojos, esa puta chaqueta, la forma de caminar...

—Es Alex —Murmuré—

La campanilla de la tienda sonó y él entró sin ni si quiera levantar la cabeza o decir buenos días, pero sí que dejó huella con su olor a porros, probablemente cosecha del Pedro.

Is a cruel summer with you...!

Sonaba Taylor Swift en la radio, la única canción de ella que ponen, y eso que las hay mucho mejores.

—Hey Alex —Escuché a Oliver a mí lado y desee tener una grapadora en ese momento.

—Cállate Cállate —Le susurré, pero el cani ya se estaba acercando al mostrador y tuve que levantar la cabeza.

Sus cejas estaban igual de desordenadas y sus ojos igual de irritados, pero al menos había superado los chandal negro que siempre llevaba, y estaba un poco mas alto.

Al otro lado de la acera (boyslove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora