Ethan Black
Esta chica está loca, más que loca, está demente.
Aún en lo que caminamos hacia mi celda sigo tratando de recordar qué sucedió, por qué Miller estaba desorientada y todos los demás presentes tenían un arma o taser en la mano.
No me doy cuenta en qué momento llegamos y estamos frente a mi celda hasta que uno de los enfermeros me da un empujón hacia adentro cerrando con llave para retirarse. Cómo siempre examinó el lugar para saber si alguien entro pero todo está tal como lo dejé.
Me siento en el colchón al lado de la pared, retrocediendo un poco hasta chocar con el duro concreto y dar golpes golpes en la parte trasera de mi cabeza como señal de buscar respuestas.
Lo último que recuerdo es estar sentado frente a ella y decirle que si no le habían enseñado a leer. De ahí en más solo es algo oscuro, completamente oscuro hasta el momento en que tengo mi cabeza entre mis manos.
Así pasé las siguientes horas, hasta llegar la hora de la comida o más bien la cena y salir de la celda de nuevo pero ahora en dirección al comedor aunque dudo que sea mi caso está vez.
Cada vez que alguno de aquí se comporta mal o hace algo inapropiado con la persona que tiene las charlas le prohíben salir, ya sea al jardín, al comedor o incluso a ducharse. No tiene género el castigo, ya sé hombre o mujer, obtiene lo mismo.
Ladeó mi cabeza hacia la reja donde se escucha por el silencio de los pasillos el resonar de unos tacones... alto, aquí nadie utiliza tacones por su seguridad de que alguien pueda escapar o herirlos con ellos.
Con la fuerza y determinación suficiente puede llegar a ser mortal.
Frunzo el entrecejo sin moverme y manteniendo la vista en la reja hasta ver una figura algo extraña y segundos después aparece otro individuo.
Se enciende la luz del lugar dejándome ver a Miller y Esteban a su lado, protegiéndola.
Ella luce tan despreocupada, como si hubiera olvidado lo que sucedió horas atrás y se acerca a mi sin miedo alguno.Deja la bandeja frente mío con un plato trinchero con verdura y un poco de carne, un plato sopero con fruta, un vaso lleno de jugo de manzana y sus respectivos cubiertos.
Esto es raro, nunca me dejan tomar algún cubierto y menos cosas que puedan romperse con facilidad, como lo son los platos y el vaso. No entiendo nada.
Cruzó mis piernas en forma de mariposa unos centímetros lejos de dónde está todo para sentirme más cómodo.
-¿Por qué...?
Ella me corta la pregunta al levantar su mirada y dejarla sobre mi.
Unos segundos después me responde con total normalidad haciendo crecer mi confusión.
-Lo ordene yo. Necesitas comer decente cómo toda persona aquí.
Bajo mi vista hacia la bandeja perfectamente ordenada por ella y su mano cerca me indica que puedo comer. Sin más que decir tomo entre mis manos el tenedor para picar un pedazo de brócoli y llevarlo a mi boca, disfrutando que por fin, después de mucho tiempo vuelvo a sentir el metal de los cubiertos sobre mis manos.
Así continuo con lo demás bajo la atenta mirada de los dos, pero debo de decir algo antes de terminar todo.
-Sabe... sabe diferente a lo que me han dado en otras ocasiones. ¿Acaso tiene veneno?
La risa y mirada de ambos se escucha y Miller niega, dejó el tenedor en el plato para tomar un poco de jugo aún conservando mi mirada sobre ella.
-Es porque lo cocine yo. Tenía un informe que completar y habíamos quedado con Esteban que yo te dejaría tu comida, pero cuando salí de la oficina ya no había nada y me tocó preparar.
No tiene veneno, solo, es como yo cocino.

ESTÁS LEYENDO
Ayúdame Miller
De TodoDicen que nadie se encuentra por coincidencia ni por suerte, pero, ¿a beneficio propio?. Una profesional que solo quiere cumplir su trabajo pero un pequeño obstáculo o mejor dicho, una persona no la dejará hacerlo...