Sophia Winterbourne se adentra en un mundo de misterio y oscuridad cuando su familia hereda una mansión en un remoto pueblo después de la muerte de su abuelo, a quien nunca conoció. Pronto descubre que el tranquilo pueblo de Whispering Pines alberga...
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Sophia caminó por la bulliciosa cafetería con su bandeja en la mano, observando ansiosamente en busca de un lugar para sentarse. Los bancos estaban ocupados por grupos de estudiantes que reían y charlaban animadamente. No parecía haber espacio libre en ningún lado. Un nudo se formó en su estómago mientras se preguntaba dónde podría encontrar un sitio.
Justo cuando comenzaba a sentirse un poco desesperada, escuchó una voz conocida. Rowena, la porrista, la saludaba desde una mesa cercana con una sonrisa amigable. Se sintió aliviada de tener una opción y se dirigió hacia ella con paso rápido, empezaba a parecer una loca de pie en medio de la cafeteria viendo a todos lados.
—¡Sophia! ¡Ven aquí! —La llamó Rowena, agitando una mano para llamar su atención.
Sophia asintió con gratitud y se acercó a la mesa de Rowena, agradecida por no tener que comer sola. Mientras se sentaba, notó que en la mesa solo habían chicas, todas porristas.
—Hola, Rowena. Gracias por invitarme.—dijo Sophia, con una sonrisa agradecida.
—¡Por supuesto! Siempre es agradable hacer nuevas amistades. ¿Cómo ha sido tu día hasta ahora? —preguntó Rowena, mostrando interés genuino.
La chica nueva soltó un suspiro que había estado guardando, en sus otras clases tuvo que sentarse con Tristan al cual ignoró, pero hizo que pasara unos momentos incomodos. Aun así, no dijo nada de eso.
—¿Qué te ha parecido la escuela hasta ahora, Sophia?—inquirió Rowena.
Sophia miró alrededor antes de responder.
—Es una escuela muy bonita para ser pública. —Admitió, impresionada por las instalaciones.
Las porristas en la mesa soltaron una risa suave, y una de ellas intervino
—Bueno, eso se debe en parte a las donaciones generosas de algunos padres de los alumnos de aquí, por ejemplo, la madre de Draven, ella es dueña del principal periódico del pueblo y ha contribuido bastante.
Sophia asintió, asimilando la información.
—Wow, no tenía idea. —responde, impresionada. — Eso explicaría por qué la escuela parece tan bien cuidada y equipada.
Rowena asiente, mientras una de las porristas añade con entusiasmo:
—Sí, es genial tener recursos para actividades extracurriculares como el equipo de porristas y otros clubes.
Sophia sonríe, agradecida por la información.
—Es genial tener tantas oportunidades aquí. —dice. —Espero poder explorar más y descubrir todo lo que esta escuela tiene para ofrecer.