"-¿Entonces crees que todos los mitos que no son romanos son falsos?
-Griegos. Fueron griegos primero. Y no, creo en otro tipo de leyendas y mitos como... Como el hilo rojo.
-¿Hilo rojo?
-Es una leyenda japonesa. Dice que un hilo rojo invisible cone...
Esta parte tiene párrafos que pueden resultarles tediosos, lo escribí antes de entender que no necesitaba narrarles toda la historia porque ustedes ya la leyeron, una disculpa por eso. Sirve para que sientan la saturación de información que tuvo Jason, je.
Igual, no está de más recordar los acontecimientos del libro así que, ¡espero lo disfruten! No extrañen a Percy, vuelve en el siguiente capítulo... Pero eso ustedes ya lo saben.
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Cuando Jason despertó en ese autobús en una excursión camino al Gran Cañón con la reserva de memorias en su cabeza completamente vacía, supo que los siguientes días no serían para nada normales. No tenía idea de quiénes eran Leo y Piper, quienes aseguraban ser sus mejores amigos desde meses atrás, pero eso pasó a segundo plano cuando notó que tampoco tenía recuerdos sobre su capacidad de volar, controlar el aire y otras cosas extrañas que sucedieron en el Gran Cañón. Se sentía bastante agobiado como para recordar todo, y que su entrenador el sátiro (no un fauno) fuera raptado por espíritus del viento no ayudó.
A su rescate acudieron un chico musculoso con un arcoíris en el brazo y una chica rubia que parecía estar molesta con él, pero tampoco mejoró las cosas. Buscaba respuestas que él no tenía, así que al menos tenían ya tenían en común. Él, Piper y Leo fueron llevados hasta un campamento donde Jason encontró el primer atisbo de recuerdo en su memoria sobre la cabeza de Leo, pero no resultó útil más allá de darse cuenta que él usaba el término romano en vez del griego para referirse a la mayoría de conceptos que rodeaban su entorno.
Les dieron un recorrido por el campamento para mostrarles las áreas recreativas, las comunes, las cabañas y otras zonas de interés. Jason sentía que la cabeza le daba vueltas por tanta información, así que poca atención le prestaba a la mayoría de las palabras de Drew, una de las chicas de la cabaña de Afrodita. Una vez que pudo zafarse de ella amablemente, buscó un lugar para descansar y despejarse un poco, quizá algo de paz le vendría bien a su memoria.
—Lo lamento. No debería estar molesta contigo. —Annabeth se disculpó con él, sentándose a su lado en el comedor aún vacío.
—¿Tan malo es que perdiera un zapato? —un atisbo de sonrisa se asomó de los labios de la rubia, pero pareció más una mueca al final.
—Me dijeron que si rescataba al chico con un zapato encontraría las respuestas que estaba buscando, pero no fue así.
—¿Y qué respuestas estás buscando? —Jason temió haber tocado una fibra sensible para la hija de Atenea, pero luego de un largo suspiro la chica le contestó.
—Mi mejor amigo está desaparecido. Una noche se fue a dormir y a la mañana siguiente no había rastro de él, hace tres días de eso. Lo estamos buscando por el país entero, pero es como si se hubiese esfumado del planeta. Su nombre es Percy Jackson.
Era la primera vez que escuchaba ese nombre, pero una chispa recorrió desde su columna hasta la punta de los pies, erizándole la piel. Percy Jackson.
