¡Hola hola! Lamento la tardanza, estuve algo ocupada pero no me olvidé de ustedes. Este es un capítulo corto, pero no tendrán que esperar demasiado por el siguiente. ¡Disfruten la lectura!
Con la batalla contra Gaia y su ejército terminada, los meses siguientes fueron sumamente tranquilos para todos los semidioses que estuvieron a bordo del Argo II. Sin dioses ni titanes intentando destruir el mundo, Percy tuvo la oportunidad apenas de recuperar el año escolar que había perdido solo gracias a la ayuda de Paul Blofis, su padrastro. Por su parte, Jason pasó casi todo el tiempo en San Francisco ayudando a la construcción de templos en la colina del Campamento Júpiter. Ambos habían encontrado la manera ideal de llevar su relación a distancia, comunicándose todo el tiempo por mensajes Iris, cartas enviadas por Hermes Exprés y pasando el invierno juntos en Nueva York, donde Jason pasó por primera vez una navidad tradicional en casa de su novio, distinto a los saturnales a los que estaba acostumbrado.
Aquel amor nacido en medio del caos estaba siendo cultivado con cuidado, paciencia y cariño. Siempre uno al pendiente del otro, como dos partes de una máquina haciendo funcionar un todo. Habían sido hechos para estar juntos, de eso no había dudas, y la felicidad que se daban era irremplazable. Jason era la otra mitad de Percy, su complemento, y cada paso que dieron antes de conocerse los había llevado hasta esa tarde en Nueva Roma cuando el verde del mar y el azul del cielo se conocieron, fusionándose como uno solo.
Pero, por supuesto, no todo podía ser siempre miel sobre hojuelas, y Percy tenía un pasado que estaba por darle alcance.
Todo comenzó cuando en el mes de marzo una semidiosa de 13 años había llegado a los alrededores del Campamento Mestizo diciendo que venía del norte del país, y que un chico llamado Luke Castellan la había guiado hasta las orillas de Long Island para que pudiese llegar hasta ahí. Quirón se quedó sin palabras al saberlo, y aunque Rachel Elizabeth Dare hizo lo posible para que la información no se divulgara pronto corría el rumor por todo el campamento. Creyeron que había sido un incidente único, pero durante abril un semidiós con los 16 años recién cumplidos llegó con la misma primicia, apenas dos semanas más tarde una chica de 15 que venía desde California y en mayo una pequeña de 10 años había sido prácticamente escoltada hasta el campamento por Luke sin que nadie pudiese verlo, para luego marcharse de nuevo.
Era claro lo que estaba sucediendo y nadie entendía por qué, pero tampoco conseguían comunicarse con el hijo de Hermes en busca de respuestas. Los campistas de la cabaña 11 estaban emocionados, felices con la idea de que su hermano diera señales de estar bien y no solo eso, sino que ayudaba a otros semidioses a encontrar su camino a un lugar seguro. Ese era el Luke que ellos conocían, el que muchos en el campamento extrañaban pero muy rara vez lo decían. Aún así, habían acordado fervientemente no hacer llegar la noticia de esto a Annabeth mientras estuviera fuera del campamento, y mucho menos a Percy por obvias razones. Quirón quería evitar el conflicto en medida de lo posible hasta hacer las averiguaciones suficientes, esperando que los sátiros encontraran su rastro antes del verano.
Para su mala suerte. no fue así. Era el inicio del verano cuando Annabeth Chase llegó al campamento, y tan solo dos días después un semidiós que parecía ser extranjero llegó con la misma explicación que el resto, diciendo que Luke Castellan lo había guiado hasta ese lugar para ponerlo a salvo. La rubia estaba de guardia en ese momento, así que les fue imposible ocultarle por más tiempo la información. Se comunicó con Grover y la noche siguiente ambos estaban en la casa grande, acompañados de Quirón y Rachel en busca de explicaciones.
—¿Hace cuánto está sucediendo esto? —preguntó Chase, cruzada de brazos y apoyada en la esquina de la habitación. Estaba tan nerviosa que no podía mantenerse sentada, y aunque Grover si estaba reposando en una de las sillas sus pezuñas no dejaban de resonar por el suelo.
—El primero llegó hace casi cuatro meses, y en total han sido cinco los semidioses que aseguran que Luke les ayudó a llegar al campamento. —explicó Quirón desde su silla, manteniendo su expresión tan serena como siempre.
—¿Cinco? ¿Y no se les ocurrió decirnos?
—No era algo grave, Annabeth, y ustedes ya habían tenido suficiente por un tiempo. No pensamos que fuera necesario. —se sinceró Rachel, esperando que los nervios de su amiga no estallaran en cualquier momento.
—¿Percy lo sabe? —Grover alzó la vista, y al ver que el centauro y el oráculo compartían miradas de complicidad pudo entender la respuesta. —Oh, dioses...
—Él estará aquí en una semana, si no es que antes. ¿Cómo creen que se pondrá cuando se entere que esto ha estado sucediendo durante meses y nadie le dijo nada?
—Además, todos estarán hablando al respecto...
—Lo sabemos. —les interrumpió Quirón. Sabía que estaban sumamente preocupados por la reacción del hijo de Poseidón, pero tampoco podían ocultar la ansiedad respecto al paradero de Luke, y quizás también estaban aliviados de enterarse que estaba bien luego de tanto tiempo sin saber de él.
—¿Y entonces? —Annabeth se acercó a ellos y se sentó al lado de Grover. —¿Esperarán a que esté aquí para decírselo todo y ya?
En ese momento nadie respondió a la pregunta de la hija de Atenea, pues su respuesta llegaría mucho antes de lo que esperaba. Los murmullos afuera comenzaron como un breve barullo, y poco a poco se fueron intensificando en gritos de emoción y alaridos, incluso unos cuantos llantos. Los cuatro salieron de inmediato de la casa grande para encontrarse con la shockeante imagen de Luke Castellan frente a ellos, con backbiter en una mano y una bolsa de cuero en la otra, luciendo una sonrisa casi victoriosa que disimulaba el cansancio de un semidios errante.
La mezcla de emociones fue intensa, casi un caos para Annabeth y Grover. La rubia estaba llena de rabia por cómo habían sucedido las cosas años atrás, por cómo aquel que consideraba su hermano se marchó rompiendo no solo el corazón de su mejor amigo, sino también el de ella por irse sin dar explicaciones. Quiso gritarle, reclamarle y exigirle que se marchara por donde vino, pero lo único que pudo hacer fue echarse a llorar y ser consolada en brazos del rubio. Estaba bien, estaba vivo, y estaba de vuelta. Una parte de su corazón volvió a estar en paz, y sólo por un momento no pudo pensar en nada más. Por otro lado, Grover sentía que podría colapsar de ansiedad, pues aunque estuviese agradecido de que Luke estuviera bien no pudo dejar de pensar en Percy, y en cómo reaccionaría al verlo de vuelta en su sitio seguro. No era ningun tonto, el pelinegro ya debía intuir por su vínculo empático que algo extraño estaba sucediendo en el campamento, y eso mismo lo haría llegar con antelación.
Dionisio y Quirón prefirieron apartar a Luke esa noche del resto del campamento con la intención de que todo se calmara, era mejor dejarlo descansar antes de intentar hacer cualquier pregunta sobre su paradero en los últimos años o acerca de los semidioses que habían llegado hasta el campamento en su nombre. Tampoco querían que los campistas hicieran preguntas imprudentes, que le informaran de demasiadas cosas a la vez o que dijeran algo que no debían. Lo dejaron dormir el resto de la noche, mientras los intentos de comunicación de Percy comenzaban a llegar casi con desesperación, pues los nervios de Grover le hacían pensar en una verdadera catástrofe. Las opiniones se dividieron entre si debían decirle o no lo que estaba sucediendo, discutiendo si era mejor que se enterara estando en el campamento o antes de, con la incertidumbre de qué pasaría si se lo topaba de frente al llegar sin ningún tipo de anticipación.
Fue entonces que Quirón respondió un mensaje Iris de Percy casi a las 3:00am, explicándole con el mayor tacto posible la situación en la que se encontraban. Quizá esperaba monstruos, un drakon destruyendo el campamento, gigantes haciendo añicos el comedor o titanes queriendo salir del laberinto de dédalo, cualquier cosa menos que su ex novio de vuelta en el Long Island. Vio una cantidad de expresiones imposibles de contar en su rostro, pero también la incapacidad de decir algo al respecto. Probablemente estaba procesando la información, pero lo único que fue capaz de responder fue que estaría ahí a primera hora.
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Invisible String | Jercy
Fiksi Penggemar"-¿Entonces crees que todos los mitos que no son romanos son falsos? -Griegos. Fueron griegos primero. Y no, creo en otro tipo de leyendas y mitos como... Como el hilo rojo. -¿Hilo rojo? -Es una leyenda japonesa. Dice que un hilo rojo invisible cone...