𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝟕: Ícaro.

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En la penumbra del mito y la leyenda, Ícaro se alza como un sueño de cera y plumas, un joven cuyo corazón ardía con el deseo de libertad

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En la penumbra del mito y la leyenda, Ícaro se alza como un sueño de cera y plumas, un joven cuyo corazón ardía con el deseo de libertad. Su historia es una balada de ambición y tragedia, tejida con hilos dorados de esperanza y los tonos oscuros del destino. Siendo hijo de Dédalo, el maestro artesano, heredó el fuego de la creatividad y la pasión por alcanzar lo inalcanzable. Juntos, padre e hijo, concibieron alas que desafiaban la gravedad, un escape del laberinto de Creta y de la ira del rey Minos. Dichas alas, magníficas en su ingenio, eran tan frágiles como los sueños de los mortales. Dédalo advirtió a su hijo: "Vuela ni demasiado bajo, donde el mar pesado podría arrastrarte, ni demasiado alto, donde el sol ardiente podría derretir tu libertad".

Pero el amor de Ícaro por el cielo era insaciable. Ascendió, embriagado por la brisa y el azul infinito, cada vez más cerca del sol, hasta que sus alas, besadas por el calor, comenzaron a deshacerse. Ícaro cayó, un meteoro de esperanzas desvanecidas, hacia el abrazo cruel del mar. Su caída fue un poema silencioso, un lamento de cera y plumas dispersas, un recordatorio eterno de que la verdadera pasión a menudo vuela al borde del peligro. En su atrevido vuelo, aquel joven nos enseñó que incluso en la derrota, hay belleza y gracia en el esfuerzo por alcanzar nuestras más altas aspiraciones. Su espíritu, libre y audaz, resuena en los corazones de aquellos que se atreven a soñar en grande, a amar profundamente y a volar sin miedo hacia al astro.

Se dice que con un dedo no puedes tapar el sol. Y a Luzu le quedó muy claro cuando fue raptado para ser esclavizado de niño. Tras la muerte de sus padres, él fue sometido como un producto y llevado de carruaje en carruaje para ser vendido. Tuvo muchos dueños, en su mayoría mujeres, las cuales eran seres sin corazón. Pero esto tenía una explicación, después de todo, el chico era Omega bonito y las damas se sentían amenazadas cada vez que sus respectivos Alfas se concentraban en el cuerpo más joven. No es necesario decir que, en más de una ocasión, el castaño fue acorralado y a punto de ser forzado, si no fuera por la insistencia de las femeninas en ser echado del lugar, probablemente hubiera quedado preñado y botado en cuanto la cabeza de la familia supiera tal noticia.

Aún recuerda la vez que una Alfa de alto calibre hizo de todo para conquistarlo, aun cuando la había rechazado, sin embargo, eso no fue lo peor. Era obvio que la mujer no se quedaría de brazos cruzados, bajo amenazas, cruelmente le dijo que, aunque él no quisiera, sería el Omega que tendría a su hijo. Fue así como salió huyendo de dicho lugar, lágrimas caían de sus ojitos al recordar las despiadadas palabras, pero sin mirar atrás, escapó y llegó al bajo mundo. Si bien era peor el ambiente, la libertad que sentía era mil veces mejor que vivir bajo la idea de que en cualquier momento aquella mujer lo tomaría a la fuera, así que sobrevivir todo un año en esas tierras hasta que repentinamente fue secuestrado por segunda vez por la mujer de máscara, llegando a lo que conoce actualmente.

— ¿Tienes hambre? — Se sobresalto al escuchar la voz de Slimecicle, volteó a verlo y algo desorientado, asintió —. ¿Sigues leyendo eso?

El Omega bajo la cabeza. Un libro de Mitos griegos yace bajo su mirada, algo apenado, cerró el libro y desvío la mirada, el de lentes solo rio enternecido.

» No es motivo de vergüenza Luzu, si lo disfrutas, ¿quién soy yo para privarte de ella? — El castaño asintió y se reincorporo algo tímido, sabía que su amigo tenía razón, pero aún le daba vergüenza. Slimecicle volvió a reírse para luego acercarse al piano cercano, inmediatamente el Omega se levantó, preocupado de lo que hacía el ajeno.

— ¿Q-Que haces? — Tartamudeo inseguro de las acciones de su contraparte, sin embargo, el Beta solo se dispuso de tronar sus dedos y buscar alguna partitura.

— Nada mejor que leer mientras Mozart te hace compañía — Dijo, tomó aire, miro el papel a su frente y así comenzó a tocar.

Luzu abrió sus ojos cuando escucho las primeras teclas. Es como ser transportado a un mundo donde cada nota es una gota de lluvia en un lago tranquilo, creando círculos que se expanden y entrelazan en una danza armoniosa. Es un viaje que comienza con un suave susurro, que poco a poco se eleva hasta convertirse en una poderosa ola de sonido que llena el alma y sacude el corazón. Las melodías fluyen como ríos de terciopelo, envolviendo su cuerpo en un abrazo cálido y reconfortante. Los acordes resonantes son como destellos de luz en la oscuridad, iluminando los rincones más ocultos de la imaginación. Cada pieza es una historia sin palabras, donde el pianista es el narrador y las teclas son su voz. La pasión del intérprete se transmite a través de cada movimiento, cada pausa, cada respiración. Escuchar el piano es sentir la pasión, la tristeza, la alegría y la nostalgia, todo al mismo tiempo, es un espectáculo para el espíritu, una caricia para el oído y un regalo para el corazón.

Poco después la reconoció, era Allegro maestoso. Ahora ya entiende porque en algunas partes sonaba muy animado. Se acomodó en la silla para continuar con su lectura, ambos jóvenes estaban inmersos, uno emprendiendo un viaje por la imaginación y el otro en aguas de diferentes melodías. Era un escenario perfecto. Pero todo tiene un fin y este llego cuando abruptamente la puerta fue abierta, dejando a la vista a un sirviente agitado y recuperando muy apenas el aliento. Los contrarios se alzaron de sus lugares y fueron a su rescate, pero esté solo señaló a Slimecicle.

— Alguien pregunta por ti... — La cara del mayordomo cambió, se mordió ligeramente el labio, pero bajo una sonrisa. Pidió permiso y con pesar, se retiró.

 Pidió permiso y con pesar, se retiró

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𝗔𝗟𝗙𝗔 | LuckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora