Al regresar, Black se encuentra con un cabo mayor, guiando al resto de la brigada fuera del campo de entrenamiento. Sin tiempo para hacer preguntas, ella los sigue hasta un área inutilizada, donde el suelo se encontraba empantanado y atiborrado de agujeros estrechos y profundos.
«No pueden esperar que nos metamos ahí dentro ¿Verdad?» Piensa Black, asqueada por la vista, dándole pequeños golpes a su cinturón, mientras su cola se zarandea de un lado al otro.
Sin embargo, sus temores se confirmaron cuando el sargento de su batallón, Tae, explicó el entrenamiento que deberían completar después.
— SOLDADOS, BIENVENIDOS A UNA DE LAS PRUEBAS DE RESISTENCIA A CLIMAS EXTREMOS. DEBERÁN ENTRAR EN UNO DE ESOS AGUJEROS Y PERMANECER ALLÍ LA MAYOR CANTIDAD DE TIEMPO POSIBLE. — Grita, señalando el suelo.
Murmullos empiezan a sonar en las líneas posteriores del batallón, pero el superior los silencia rápidamente.
— ¡USTEDES! ¡CALLENSE BANDA DE IMBÉCILES! ¡SI NO QUIEREN SER PARTE DE ESTO TENGAN SUERTE CUANDO PASEN NOCHES ENTERAS SIN ABRIGO A MITAD DE UN PUTO CAMPO DE BATALLA! — Dice, mirando esa sección del grupo, con el ceño fruncido y los dientes apretados, claramente reviviendo algún viejo recuerdo. — ¡HAGAN SILENCIO INÚTILES! — Grita el sargento, recomponiéndose. — ¡ESTARÁN EN UNO DE ESTOS AGUJEROS HASTA QUE NOS PIDAN SALIR, O LEVANTEN TEMPERATURA! ¿ESTÁ TODO ENTENDIDO?
— ¡SI SEÑOR! — Gritó el batallón al unísono.
— ¡Y UNA ÚLTIMA COSA, QUIENQUIERA QUE AGUANTE LA MAYOR CANTIDAD DE TIEMPO ALLÍ SERÁ RECOMPENSADO CON UN DÍA LIBRE MAÑANA! — Aclama Tae, levantando su brazo izquierdo con la palma de sus manos abierta para indicar el comienzo del entrenamiento.
Todos los soldados celebraron con un grito corto, pero entusiasmado, y rápidamente se distribuyeron en ese lugar desagradable. Black seguía reacia a meterse allí, así que esperó a que el resto se ubicaran para entrar en uno de los agujeros, por lo tanto, se separó de Rose para ese entrenamiento.
Al final, ella terminó enterrándose en una esquina alejada en frente de una chica de cabello rubio, que le llegaba debajo de los hombros peinado con dos trenzas que se ataban con el resto en una coleta alta, piel clara, ojos inocentes de color verde manzana y contextura mediana.
La situación era incómoda, por decir algo, sin embargo, la chica se dirigió a Black sin mucho rodeo después de tan solo unos minutos.
— Tú eres la hija del capitán general, ¿no es así? — Murmura, mirándola con algo de curiosidad.
— ¿Y tú quién eres? — Pregunta ella, agresivamente, observando a la rubia sorprenderse por su tono.
— Mi nombre es Krista, un gusto Black — Dice, sonriéndole, acercando su mano extendida, esperando un apretón que nunca llegó.
— Llámame Kurenai. —Murmura ella, desviando su mirada e ignorando su mano, esperando que ella dejara de hablarle.
— Escuché lo que pasó hoy en el almuerzo. — Murmura la rubia, un poco nerviosa.
Black no responde, ni la mira, solo aprieta los dientes con disgusto y sus orejas se aplanan contra su cabeza. Para su sorpresa, Krista deja salir un chilido emocionado.
— ¡¿Puedes mover esas a voluntad?! — Dice, mirándola con asombro y emoción.
— ¡¿Q-que?! ¡Claro que no, estas son, son! — Tartamudea la chica, intentando pensar en alguna excusa mínimamente convincente, sin lograr mirar a la rubia a los ojos. — Son falsas, hacen eso cuando inclino la cabeza.
— No parecen — Dice ella, mirando a su compañera con picardía — Ojalá tuviera la confianza de usar algo así, se te ven muy bien.
Black se ruboriza ligeramente y mira a la chica con extrañeza, preguntándose si era un chiste de mal gusto, pero sus ojos verdes solo reflejaban inocencia y honestidad.
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Black Kurenai: La guerra
Ficção CientíficaUna joven con una relación complicada con su padre deberá pelear en una guerra , mientras lucha contra sus propios demonios y un experimento biológico que la convirtió en un hibrido.