La muerte de la guerra

Capitulo 34

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Resumen:

Un pequeño momento entre Aemond y Visenya. Rhaenyra y Rhaenys tienen una pequeña charla. Espero que les guste 🥰

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1 semana después.

Visenya chilló cuando la iluminación cruzó el cielo, no le gustaban mucho las tormentas, especialmente la parte de la iluminación. Otro destello de luz la hizo cubrirse la cabeza con las mantas y abrazar la almohada. Habría ido con su madre y su padre, pero no quería que pensaran que tenía miedo, aunque lo tuviera. Era ruidoso y no le gustaba, no quería estar sola. Hubo otro relámpago y un trueno muy fuerte, salté de la cama y corrió hacia la puerta. Abrió la puerta lentamente y miró hacia afuera, su guardia estaba parado a unos metros de distancia, mirando alrededor del pasillo y revisando las cosas. Sabía que cambiarían de turno en unos minutos. Se aseguró de que el guardia no estuviera mirando en su dirección mientras corría lo más rápido y silencioso que podía. Se detuvo y el guardia que estaba en la puerta se rió entre dientes antes de abrirle la puerta.

Le dio al guardia una pequeña sonrisa y pasó corriendo junto a él, esperando hasta que cerrara la puerta. Un rayo iluminó el cielo, haciéndola saltar y correr lo más rápido que pudo hacia la cama. Todavía era demasiado baja para subirse sola a la cama. Ella tiró de la manta, pero él no se movió.

“Kepus”.  Ella no habló demasiado alto para no asustarlo, pero él no se movió. Ella frunció el ceño y habló un poco alto.  "Kepus, despierta".

Ella golpeó el colchón con la mano y lo sintió saltar. Vio la forma en que su cabello sobresalía por todas partes mientras miraba a su alrededor, frunciendo el ceño, el zafiro que reemplazaba su ojo perdido brillaba mientras un relámpago volvía a brillar. Le tomó unos segundos notarla y le dirigió una mirada inquisitiva.

"¿Pequeño dragón?"  Se sentó en la cama.  "¿Lo que está mal?"

Ella levantó los brazos y sonrió cuando él inmediatamente la levantó y la sentó en su regazo. La iluminación volvió a brillar y ella gimió, cerrando los ojos de golpe. Sintió sus brazos alrededor de ella y la acercó a su pecho, besando la parte superior de su cabeza.

"No me gusta la iluminación, kepus".

"Sé mi amor."  Él la abrazó con más fuerza y ella se giró un poco, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. A ella le gustaba estar cerca de su kepus, él la hacía sentir segura y amada como si fuera lo más importante de su mundo.  “Nunca hay que tener miedo de nada. Yo siempre te protegere."

"Gracias,"

"¿Quieres quedarte aquí esta noche?"

Ella asintió rápidamente, dándole una gran sonrisa cuando él la movió hacia un lado, acomodándola y acostándose a su lado. Él la rodeó con sus brazos y ella apoyó la cabeza bajo su barbilla. Una iluminación cruzó el cielo, pero esta vez no la molestó, sabía que estaba a salvo mientras estuviera con su tío. Él nunca dejaría que le pasara nada, siempre le diría que ella era la luz de su vida y que la amaba más que a nada. Visenya era feliz cada vez que estaba cerca de él, él siempre podía hacerle sonreír, incluso cuando estaba triste.