El gato y el locutor

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El sol entraba por la ventana dando inicio a un nuevo día

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El sol entraba por la ventana dando inicio a un nuevo día. El gato peludo bostezó antes de estirarse y levantarse de su suave cama exclusivamente para él, no sin antes darle un besito a su pequeña hija que seguía durmiendo. Lucifer caminó hacia la cama de su amo que yacía dormido. Se impulsó para saltar a la cama, quedar a un lado de su amo y maullar para despertarlo. Al ver que no funcionaba el minino se subió sobre el pecho de su amo, inclinándose para olfatear su cara y maullar. Sin éxito alguno tomó medidas drásticas. Se acercó al rostro de su amo y mordió su nariz causando que el humano soltara un quejido.

— ¡Lucifer! — Dijo sobándose la nariz mientras que el gato lo veía con una sonrisa burlona

Alastor se sentó en su cama mientras estiraba su cuerpo. Observó al gato sentado en su regazo con irritación pero se esfumó al ver sus hermosos ojos rubí.

— No puedo enojarme contigo — Acarició la cabeza del minino haciendo que este se restregara contra su mano.

El moreno se levantó de su cama dispuesto a asearse y vestirse, tomó su ropa del perchero y se adentró en el baño.

Lucifer se estiró en la cama de su amo antes de bajar a la cocina a comer algo.

— Buenos días, Lucifer — Habló el mayordomo Vox; el gato le dió un lindo maullido en respuesta.

Lucifer comió el pescado en trozos que le había servido el mayordomo. En unos minutos su plato estaba vacío, subió de nuevo a la habitación para encontrar a su hija estirándose mientras bostezaba.

— ¡Papi! — La pequeña gatita se acercó a su padre a saludarlo

Lucifer se acercó a la cama que compartían ambos y dejó un pedazo de pescado en el suelo.

— Buenos días, manzanita. Te traje un poco de comida. —

La gatita olfateó el pescado antes de comerlo, era un pedazo un poco grande por lo que estuvo masticando un buen rato. Cuando terminó su padre comenzó a bañarla.

— Papi ¿Hay más? —

— Sí, Char-Char. Vox no tardará en servirte también. — Continúo bañando a su hija

La puerta del baño se abrió casi al mismo tiempo que la puerta de la habitación fue golpeada.

— Pase — Respondió Alastor, ya vestido, mientras se acomodaba su corbatín.

La puerta fue abierta por Vox quien traía una bandeja con una taza de café negro,  huevos con carne y dos platos para ambos felinos.

— Buenos días, señor — Habló Vox con respeto

— Buenos días a ti, Vox —

El mayordomo dejó la bandeja en el mueble junto a la puerta, tomó ambos platos para los felinos y los dejó en el piso.

Flor de RubíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora