Capítulo V

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Pov Lesslie

Salí de aquel oscuro almacén con el corazón aún latiendo con fuerza, el aire fresco de la casi noche golpeó en mi rostro; un alivio después de la tensión vivida dentro, me detuve unos momentos en la entrada intentando calmar mis ideas, sentía que alguien me observaba desde lo lejano, pero solo escuchaba el suave murmullo de la ciudad y el distante tráfico de las calles cercanas.

Miré mi reloj, 5:40 de la tarde.

- Maldita sea... - Tenía que irme ya si quería llegar a tiempo con mis hermanos, me acerqué lo más que pude a la acera y saqué mi celular, desde ahí solicité el servicio de camionetas para que me vinieran a recoger. Mientras esperaba, pensaba en la ironía de toda esta situación: una creadora digital metida en un verdadero thriller, alejada de todo el mundo de las cámaras y seguidores en las redes.

Respiré profundamente tratando de calmar los nervios, todo este incidente había sido aterrador y un completo caos, pero algo en la presencia de Ada me tranquilizaba, aunque no podía entender del todo por qué.

- ¿Quién eres Ada? - Susurré preguntado para mí.
Mi mente divagaba entre todas las ideas que de nuevo se hacían presente, la camioneta llegó relativamente rápido y subí.

- ¿A Lomas, Señorita Zabini? - El conductor vestía un traje azul marino junto con un gorro parecido al de un oficial de policía, sólo que este tenía tallada una "Z".

- Si, por favor - Asintió mientras me miraba por el espejo.

Me dejé llevar por las luces de la ciudad que pasaban rápidamente, me recargué en el marco de la ventana con la mente llena de preguntas sin respuestas y el corazón lleno de una mezcla de miedo y curiosidad.

Media hora de camino hicimos hasta mi hogar, la camioneta llegó hasta la entrada del edificio donde está mi departamento, agradecí al chofer y me bajé dando escapar el aire acumulado, avancé hasta la puerta dejándome iluminar por las luces cálidas que adornaban el vestíbulo.

- Buenas noches, Lesslie Zabini - El portero de mediana edad me saludó amablemente.

- Buenas noches, Robert - Le regalé una sonrisa y lo saludé con la mano.

Subí hasta el decimosegundo piso, una vez cerradas las puertas del ascensor, dejé caer mi espalda en el frío espejo del elevador en la espera, donde pude cerrar los ojos y soltar todo el acúmulo de emociones que sentía, se abrieron las puertas ante mí y fui hasta el fondo del pasillo.
La puerta gris mecanizada parecía más pesada de lo habitual, pero finalmente logré abrir y entrar, cerré detrás de mí y sentí paz después de un día tan caótico, las luces blancas del apartamento me recibieron, iluminando ambos pisos que ahora estaban en mi vista. El lugar parecía más acogedor ahora que estaba lejos del caos del almacén, dejé las llaves sobre la barra de la cocina, me quité los zapatos y la gabardina que tenía salpicaduras de sangre, la dejé caer sobre el respaldo de un sillón de la sala.
De igual forma, me dejé caer en el sillón más grande y llevé mis manos a mi rostro, las imágenes de la persecución y la mirada intensa de Ada no dejaban de robar el protagonismo.

- Tengo que bañarme antes de ir con mis hermanos... - Me levanté lentamente y caminé hacia el baño del segundo piso, cada pisada que daba mi cuerpo lo resentía.

Abrí la llave para que la bañera empezara a llenarse, me deshice de la ropa que adornaba con sangre. Necesitaba sentir el agua caliente corriendo por la piel, sentía esa necesidad de borrar la suciedad y el miedo que me habían acompañado toda la tarde, la ducha era mi refugio, era uno de esos lugares en donde podía pensar con claridad, y esta vez no fue la excepción.
Me dejé llevar por el agua tibia, y con los ojos cerrados, dejé que las lágrimas se mezclaran con las gotas que mi cabello destilaba.

Mis 7 PecadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora