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Capítulo Ocho: vínculos que reconfortan.

Los primeros destellos del amanecer apenas lograban penetrar las sombras de la habitación, donde Rowan luchaba contra un ataque de tos que la dejaba sin aliento. Harry irrumpió en un torbellino de angustia, desesperado por ayudar a su hermana, cuyo rostro enrojecido reflejaba el esfuerzo por respirar. Con manos temblorosas, marcó el número de Noah, rogando por su ayuda.

No pasaron más de diez minutos antes de que el auto de Noah se detuviera frente a la casa, y Rowan fuera llevada precipitadamente hacia la emergencia. El corazón de los tres latía al unísono, envueltos en el manto de la incertidumbre mientras aguardaban el alivio.

Verónica

—Nick, esto está excelente —le dije con una sonrisa sincera antes de que se marchara con sus amigos, dejándome a solas con Nelly, mi hermana pelirroja.

—¡Ahí estás! —exclamó Nelly, envolviéndome en un cálido abrazo— Hola, hermana.

—Hola, Nelly —respondí con una sonrisa— ¿Ya estás libre?

—Sí, acabo de salir de la última clase —contestó ella— ¿Vamos a almorzar?

—¡Por supuesto! Pero, ¿no viniste con Noah? —pregunté extrañada.

—Noah faltó a la universidad hoy. La hermana de Harry tuvo un ataque medio raro en la madrugada y Noah los llevó a urgencias. Por eso decidieron no venir hoy.

—¿Y Rowan ya está mejor? —inquirí preocupada.

—Eso creo... ¿Qué te parece si almorzamos en casa de los Hunter? —propuso Nelly mientras nos dirigíamos al estacionamiento— Sería un gesto amable y podríamos ayudar en algo a Rowan.

—Parece una buena idea —asentí mientras subíamos al auto—. Además, podemos llevar algo para compartir.

—Exactamente —confirmó Nelly, presionando el botón para desbloquear las puertas—. Y Rowan seguro apreciará nuestro gesto.

Partimos hacia el restaurante de comida rápida y realizamos nuestro pedido. Mientras Nelly intentaba coquetear con el chico que tomaba nuestras órdenes y con el que nos entregó la comida, no pude evitar reír ante su falta de éxito.

—¿Entonces, debo tomar lecciones de coqueteo contigo? —bromeé, divertida.

—No te burles demasiado —me pidió Nelly, aún sonriendo—. Pero esos ojos verdes, ¡nunca los olvidaré!

—Parece que Cupido no desaprovecha ninguna oportunidad —comenté, riendo.

—Vayamos a casa de los Hunter —intervino Nelly, cambiando de tema.

Nelly no era precisamente una experta al volante, pero su determinación la llevaba a cualquier parte sin importar las dificultades. Después de estacionar torpemente frente a la casa, ambas bajamos del auto. Con las manos ocupadas con bolsas de comida, la pelirroja luchaba por abrir la puerta, mientras yo la seguía de cerca.

—¡Hola, hola! —saludó Nelly con una sonrisa al entrar.

—Hola —respondí también, devolviendo su saludo.

—Hola chicas —nos recibió Harry, dejando su celular a un lado—. Pasen.

—Se supone que mi hermano está contigo, pero no lo veo —comentó Nelly mientras colocaba las hamburguesas en la mesa.

—Sí, está aquí. Fue a ver cómo sigue Rowan; llegamos hace aproximadamente una hora y ya es hora de que tome su medicina —informó Harry.

—¿Qué pasó con Rowan? —pregunté, interesada, mientras dejaba las bolsas.

LAZOS DE ENGAÑOS Y AMOR. Libro 1: Bajo las raíces del engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora