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Capítulo Siete: la familia Gartner.

Verónica

El viernes llegó con un clima excepcionalmente agradable, ni frío ni calor. Me vestí con unos leggings negros, una remera y sobre ella un suéter color mostaza con diseño de flores en las mangas. En mis pies llevaba unas Vans negras y recogí mi cabello en una coleta. Tomé mi celular y mi bolso negro con unos libros dentro. Observé una última vez aquella carta que reposaba frente a mi espejo desde hacía más de tres años, sin abrirla. Salí del departamento y tomé un taxi. Mi prima revoltosa había abandonado Inglaterra hace dos días y ahora solo debía preocuparme por su salud física y mental.

—Llegamos señorita —habló el conductor.

—Excelente, gracias —respondí mientras pagaba y bajaba del taxi. Frente a mí se erguía una casa moderna, con paredes blancas y blindex en los tres pisos. Me asomé y presioné el timbre.

—Hey! —alguien dijo desde el otro lado de la calle. Un joven se asomó al portón de cercas blancas de aquella gran casa de dos pisos, algo moderna, pero sin perder su aire clásico.

—¿Harry? Hola —lo saludé— ¿Esa es tu casa?"

—Hola —sonrió él —. Sí, aquí es... ¿Vienes seguido aquí?

—No, nunca a este condominio —dije sinceramente.

—Puedes pasar, estoy bajando —la inocente voz del rubio resonó a través del interfono.

—Tengo que entrar —sonreí, mientras las grandes puertas se abrían—. Adiós.

—Adiós —fue lo último que oí decir al castaño.

Entré al territorio y quedé maravillada con el inmenso jardín que rodeaba la casa, con incluso una fuente. Las puertas de entrada se cerraron nuevamente.

—Hola —él se acercó.

—Hola —sonreí, y nos saludamos con un abrazo.— ¿En serio vives aquí?

—Desde que nací —respondió— ¿Por qué?

—Es muy hermosa tu casa, si es así así por fuera, no me la imagino por dentro.

—Pues vamos entonces

—¿Y viven aquí solo tú y tus padres? —pregunté curiosa.

—No, somos algo numerosos —comentó—. De hecho, mi papá y mi abuelo están conversando en el living ahora.

Al ingresar a la sala de estar, la casa era aún más moderna, amplia y por supuesto muy bonita y elegante. Las paredes blancas estaban decoradas con muchos cuadros posiblemente muy caros, los sofás grises tenían almohadones blancos y rojos, rojos al igual que la gran alfombra. Frente a esto, un gran mueble con decoraciones, plantas, libros, medallas y hasta trofeos, en medio se posaba una gran televisión plasma. En una esquina estaba la chimenea moderna.

—Buenas tardes —saludé amablemente a los señores que disfrutaban de un vino tinto.

—Buenas tardes señorita —dijo el señor que estaba en una silla de ruedas eléctrica.

—¿Nos presentas, hijo? —pidió el hombre que aparentaba un poco más de cuarenta años.

—Sí, papá y abuelo, ella es Verónica Ryan —ambos se miraron y volvieron su vista a mí.

—Y Vero, ellos son mi abuelo Marshall y mi padre Iker Garner.

—Un gusto conocerlos —sonreí amablemente.

—Un gusto conocerte —habló algo serio el padre de Nick, pero luego sonrió—. Oye hermanita" —una mujer que pasaba por ahí se detuvo y lo miró esperando a que continuara—. La amiga de mi hijo tiene tu nombre.

LAZOS DE ENGAÑOS Y AMOR. Libro 1: Bajo las raíces del engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora