5- DE COMPRAS EN LA FERIA

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Hay que renunciar a describir la rabia y frustración de Amsil cuando al día siguiente, sábado, despertó con la certeza de haber soñado una vez más con el misterioso muchacho cipangueño, que ahora estaba casi seguro respondía al nombre de Aiko, sin recordar más detalles que ese. No sabía por qué ese sueño se le estaba volviendo una obsesión. Ahora podía ser porque soñar dos veces con el mismo personaje desconocido intriga a cualquiera, pero ya desde la primera vez había sentido que no era un sueño común. Había unos cuantos cipangueños de carne y hueso en Tipûmbue; ¿asignaba su mente dormida el rostro de alguno de ellos a Aiko?

De estos pensamientos vino a arrancarlo la invasión infantil. Neko y Oru estaban encantados de haber encontrado un hermano mayor que jugara con ellos. Inevitablemente, Amsil tuvo que admitir que tenía razón Oriâto al temer el momento en que él volviera con Azrabul y Gurlok y ellos perdieran a aquel hermano mayor con el que tanto se habían encariñado. No pensó en el asunto mientras forcejeó con ellos y los revolcó en la cama como de costumbre; pero sí lo hizo cuando ellos se le anticiparon a correr a la mesa para desayunar ante el llamado de su madre, y el pensamiento lo entristeció. Se quedó preguntando qué debía hacer. De no haber sido por Neko y Oru, sin dudas su corazón hubiera estado junto a sus Tatas. Todavía eran ellos quienes, hasta cierto punto, tenían más peso; pero no cuando se reprochaba por lo que le parecía un gran egoísmo de su parte, por no pensar en Neko y Oru.

En muchos aspectos, Oriâto y Pozênka eran excelentes padres. No hacían diferencias entre Amsil y Neko y Oru; para ellos, los tres eran sus hijos. Sabían de sus preferencias sexuales y no intentaban cambiarlas, y mucho menos intentaban separarlo de Neko y Oru por temor a que se las contagiara o a que abusara de ellos. Pero por diversas razones, no los sentía como padres; comenzando por el hecho de que no entendía que Oriâto permaneciese en un trabajo que odiaba y en el que un jefe tiránico le gritaba hasta quedarse ronco.

-Merda de vida!... A veces hay que aguantar esas cosas-había opinado Zumbi al comentárselo.

Amsil tenía más contacto con Zumbi que con cualquier otro miembro de la Kwatakye Atiko, puesto que era su instructor de capoeira. Además, vivía cerca del que había sido hogar de Kumanjayi y donde ahora se alojaba el viejo Ude; y si Amsil iba a ver a éste, con frecuencia se encontraba con el pindorameño. Como consecuencia de este contacto tan fluido, Zumbi se estaba transformando en una especie de tío para Amsil, quien valoraba mucho sus opiniones; pero le parecía que en este caso estaba equivocado.

-El posadero con quien vivía no paraba de humillarme. Me parece que nadie debería soportar trato semejante-contestó.

-Sí, pero a veces los padres son la excepción. Su prioridad es alimentar a sus hijos, así que deben aguantar muchas cosas en silencio por ellos. Si un jefe les grita, no pueden sacudirlo como tal vez lo haría Azrabul. Primero deben procurarse otro medio de vida; y eso se complica bajo el Rey Gato. Tampoco es que antes de él fuera sencillo-dijo Zumbi.

-¿Azrabul es un mal padre, entonces?

-Eso es mejor que lo decida el hijo. Sin embargo, tal vez no sea lo mismo ser padre de Amsil que serlo de Neko y Oru, garoto. Independientemente, es lo que Oriâto ha elegido, puesto que debiendo soportar humillaciones por sus dos hijos no dudó en aceptarte a ti en su familia. Tal vez por amor o bien por cálculo, por considerar que pronto estarás en edad de trabajar y podrás ayudar a llevar el pan a la mesa. Finalmente, puede que sea por necedad e irreflexión. No lo sé.

De toda la explicación de Zumbi, algo resultaba indiscutible: no era lo mismo ser padre de Amsil que serlo de Neko y Oru. A Amsil sencillamente le resultaba inconcebible que un ser humano adulto se dejase maltratar por otro. Ni siquiera entendía cómo él mismo lo había tolerado del posadero. En un padre, Amsil esperaba hallar un modelo que imitar, y la frustración reprimida de Oriâto no tentaba a elegirlo como modelo.

LA CORONA DE LUZ 3: BROMAS MACABRASWhere stories live. Discover now