Maia y su padre, siempre han sido ellos dos contra el mundo.
Solo hasta que su padre decidió seguir su vida y casarse con una italiana preciosa que conoce en uno de sus tantos viajes.
Su padre le promete una vida mejor junto con el cariño materno qu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— ¡Maia ayúdame, por favor!
La llamada salió bien porque mi padre se escuchaba tranquilo y lo único que dijo fue que debíamos discutirlo en casa como personas adultas.
— Μπαμπά, άσε τον ήσυχο!
Nicolas salta encima del sofá y rueda hacia el suelo intentando escapar de mi padre y la sartén que lleva en mano.
—¿¡Qué quieres de mi hija, pervertido!?
— ¡Nada, de verdad!
— ¡Papá, le dejas en paz, o vuelvo a Grecia sola!
Con suerte, mi padre se gira lentamente y me mira con los ojos entrecerrados mientras se acerca poco a poco a Nicolas. Se coloca justo donde está Nicolas tumbado en el suelo y le da un golpe en la cabeza aún sin romper nuestro contacto visual.
— Papá, ya. Vamos a hablar como personas adultas tú y yo.
Él bufó rodando los ojos y deja caer la sartén encima de Nicolas que se queja tratando de levantarse con cuidado y arrastrándose lejos de mi padre que se sienta en el sofá sin apartar la vista de él.
Me acerco a Nicolas, le ayudo a levantarse y le acompaño hasta a la cocina con Athea que está practicando unos dulces caseros que quiere en su boda.
Vuelvo al salón y me siento con mi padre que sigue con el ceño fruncido desde que entré a casa después de cenar con Nicolas y lo encontré con una sartén en mano y un cuchillo, que conseguí quitarle a tiempo, en la otra. — Papá, cambia esa cara para poder explicarte. Por favor.
Suspira y asiente cambiando su expresión, pero aún con los hombros tensos, — vale cielo, cuéntame.
— Tuve un accidente en el mar, me iba a ahogar, pero Nicolas me salvó a tiempo y me prometió hablar sobre el tema cuando me sienta preparada para ello y ayudarme a superar el miedo que tengo a ahogarme. También me prometió contarme unas cosas privadas suyas. Y sabes perfectamente lo curiosa que soy, mπαμπάς.
— Ay mi niña. ¿Por qué no me contaste que tuviste un accidente?
— No quería fastidiarte tus vacaciones, y mucho menos preocuparte a pocos días de tu boda.
Se acerca a darme un abrazo y apoyo mi cabeza en su pecho sintiendo esa comodidad y seguridad a la que estoy tan acostumbrada desde que nací.
— Cielo, eres lo más importante de mi vida, eso no va a cambiar por nada en el mundo; no quiero que me ocultes nunca que te encuentras mal o que tienes algún problema, porque quiero ayudarte y demostrar que sigo a tu lado para darte esos mimos que tanto te gustan, — me hace cosquillas y aparto sus manos despacio con una sonrisa.
— σε αγαπάω μπαμπά.
— Yo a ti mucho más, pequeñaja. Confía en mí para todo, ¿vale?