XVI

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— Bueno, creo que es hora de que las mujeres hablen solas. ¿Nestos me acompañas a por una bebida al jardín?

Mi padre se levanta, nos da un beso a Athea y a mí y se aleja hacia el jardín con el padre de Nicolas.

Miro a las señoras y noto cómo me están mirando fijamente esperando que yo también me retire,— pero yo soy mujer.

— Mai, tesoro. Nicolas te espera en la cocina.— Lianna me sonríe con vergüenza y no me queda más que levantarme e irme a la cocina donde Nicolas lleva un delantal de pizzas y está mezclando algo.

Me acerco con sigilo por detrás para asustarle pero justo cuando voy a saltar encima se endereza junto a una pequeña risa,— sé que estás ahí, stellina.

— Pero si no he hecho ningún ruido.

Se gira con una sonrisa triunfadora al notar que tenía razón y deposita un beso en mi frente antes de volver a concentrarse en el líquido marrón que mezcla con suavidad.

— Ya pero me gustas lo suficiente como para saber si estás cerca o no.

Me sonrojo y me coloco a su lado para distraerme y olvidar las mariposas que revolotean por mi estómago,— ¿qué es eso?

— Café, estoy haciendo el mejor tiramisú que probarás en tu vida, querida Mai.

— Creía que tu madre te mandó hacer lasaña.

Deja el café a un lado y busca en un armario unas galletas,— ya la hice, pero como te gusta tanto el tiramisú quise cocinar un poco para ti.

Sonrío y le doy un beso en el hombro,— muchas gracias, Nicolasito.

— Todo por ti, preciosa.

Le persigo por la cocina mientras sigue cocinando e intento aprender a hacer el famoso postre que tanto me gusta, pero me distraigo constantemente con los pequeños suaves inocentes que tengo con Nicolas.

Teniendo en cuenta lo concentrado que está, probablemente no lo haya notado pero está constantemente yendo de aquí para allá y chocando conmigo la mayoría de veces o moviéndome con cuidado hacia un lado.

Mientras él cocina yo le voy contando cosas de mi vida en Grecia o anécdotas de pequeña.

Por mucho que esté a lo suyo pendiente a la cocina sé perfectamente que me está prestando atención y está repitiendo lo que le digo varias veces para recordarlo.

Él no me contó nada, pero sé que le cuesta memorizar algunas cosas por las expresiones que hace cuando tiene que recordar algo, o cuando le cuento algo mío siempre tardaba en responder y le veía moviendo los labios como si lo estuviera repitiendo varias veces.

También me fijé en su habitación y en el calendario colgado con muchas cosas apuntadas, y en la pizarra que tiene detrás de su puerta con lo que debe hacer ese día.

— ¿Y por qué Rapunzel?

— No se, siempre me ha gustado por encima de las otras. Además, tenía una obsesión enorme con él.

Se gira a mirarme con una expresión extraña y vuelve a concentrarse en meter el tiramisú en la nevera,— ¿por qué?

— Porque me gustaban los morenos y los mayores. Y porque está para comerlo con pan.

— Ah. ¿Y ahora te gustan los morenos o los rubios?

— ¿Por qué lo preguntas?

Se acerca y al estar yo sentada en la encimera apoya sus manos en mis rodillas cubiertas por la falda y las separa para poder colocarse entre ellas y cuando está cerca no separa las manos de mis rodillas sino que las acaricia distraídamente sin dejar de mirarme a los ojos.

Un verano junto a ti. (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora