7. Malabumba

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Juanjo y Violeta se montaron cada uno en su coche. Ambos tenían vehículos megalujosos, con un valor de mercado más grande que el de la casa de la mayoría de los habitantes de la Tierra.

Martin y Chiara fueron en autobús a la zona:

C: No sé en qué momento me convenciste para hacer esto.

M: Porque quiero que te lleves bien de una vez con Violeta y quiero que conozcas más a Juanjo. Me gusta de verdad, Kiki, y necesito tu aprobación. No puedo seguir con esto si no va a llegar a nada porque tú no les soportas.

C: Martin, pero mi opinión no puede ser determinante en tu vida.

M: Siempre lo ha sido, Kiki. Sabes que eres lo más importante que tengo, y tú eres el reflejo de mi alma. Si no te gustan es por algo, e igual necesito que me ayudes a quitarme la ceguera que me estoy provocando. Solo te pido que entres a ese restaurante con el chip cambiado.

C: Bueno, está bien. Te prometo que estaré receptiva con los dos. ¿Pero es necesario ir a ese restaurante? Es híper caro, y no quiero que me inviten.

M: ¿Sabes que no va a pasar nada por dejarte mimar una sola vez, verdad? No necesitas tener siempre el control.

C: Me gusta el control. Me ayuda a gestionar mejor mis emociones y no hace falta que te diga el por qué.

Violeta y Juanjo llegaron puntuales, pero tuvieron que esperar a los dos amigos no mucho tiempo, algo que ya había puesto algo inquieta a la pelirroja, acostumbrada a ser ella la esperada.

V: ¿Van a tardar mucho? Quiero cenar rápido que quiero irme otra vez a trabajar, por lo visto me ha dicho Valeria -una de sus informantes de Menorca- que viene un buen contacto hoy a la discoteca.

J: Vio, relájate. Vamos a disfrutar de una cena agradable. Espero que no estés desesperada por irte cuando no nos hemos ni sentado aún.

V: Es que tenían que haber llegado hace cuatro minutos ya, joder.

J: Por Dios, Violeta. ¿Sabes lo importante que es esto para mí? ¿Puedes tan siquiera hacerlo por mí y comportarte en la puta cena? No necesitas tener siempre el control.

V: Me gusta el control. Me da el poder por el que lucho cada día.

J: Muy bien. Pues hoy no lo vas a tener. Ya sabes qué tienes que hacer, sobre todo con Chiara. O conseguimos que nos de el visto bueno, o soy huesos con Martin.

V: ¿Tan determinante es la opinión de ella? Ni que fuera Bea.

J: Es alguien a quien Martin admira y respeta. Así que te la ganas.

V: Está bien. Te prometo que lo intentaré.

J: No. Lo intentarás, no. Lo harás. Y te vas callando que vienen ahí.

Violeta había desquiciado a Juanjo. El hombre la veneraba más que nadie, pero no dudaba en ponerle límites cuando lo consideraba que era necesario.

A lo lejos vieron venir a los dos amigos. Violeta no pudo evitar avergonzarse de los atuendos de los dos, y susurró:

V: Pero me explicas esos outfits -susurraba a la vez que se tapaba la cara.

Juanjo, que sonreía a los amigos a lo lejos, le dio un codazo a la pelirroja sin girarse a mirarla y le respondió al susurro con otro: eres una clasista.

V: Hasta hace dos días lo eras conmigo -su voz recuperó el volumen normal debido a la indignación que sufrió con esa respuesta.

J: Pues la gente cambia. Los chavales no le están haciendo daño a nadie -se giró a mirarla.

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